Pero la épica real revela aspectos no tan idílicos del caso de los pupitres. Para comenzar, el chino de Justo viene con el milenario misterio oriental a cuestas. Tiene dos cédulas paraguayas de identidad con nombres y lugares de nacimiento diferentes. Identificaciones deberá explicar. Li Fu-chan transformó a Long Jiang en mueblero y le transfirió algunos poderes mágicos.
Por ejemplo, el don de la adivinación. El chino de Justo adivinó que el 29 de noviembre de 2024 Itaipú haría el segundo llamado de la licitación de los pupitres. Entonces, el 21 de noviembre Long adquirió 16.560 estructuras metálicas, accesorios y partes para muebles escolares. El mismo número de pupitres que se exigiría a la empresa ganadora como primera partida. Magia.
Ya el primer llamado de la licitación había sido anulado el 6 de agosto, Li Fu-chan no había aún logrado convertir a Long en mueblero. El segundo llamado se hizo con especificaciones técnicas que solo el chino de Justo podía cumplir.
¿Coincidencia? Uno no quiere pensar mal. Pero Justito Zacarías no es precisamente de la congregación de los Santos Inocentes. Su hermano Javier, tampoco. Y dicen fuentes cercanas a Honor Colorado (que pronto podría convertirse en Horno Colorado, al calor de los celos) que, por ahí, relojeando el asunto pupitres, anda el padrino de ambos: Pedro Alliana.
Alliana, al que San Pedro estuvo a punto de sellarle su pasaporte al más allá, pero zafó y volvió al más acá. Y volvió —sostienen—con una angurria feroz, una voracidad insaciable que no se calma ni con el manejo de las dos binacionales, que son sus cupos. No es de las hormiguitas trabajadoras de la fábula atropelladamente citada por Santiago Peña. Sus correligionarios (es un decir, porque Alliana no es colorado) lo comparan con la temible hormiga bulldog (Myrmecia), predadora de las llanuras australianas: “traga lo que encuentra a su paso”.
Pero ya está: ganó el chino de Justo por walk over. Los paraguayos no pudieron, prácticamente, entrar a la cancha. Dicen que sobre esos pupitres se podrá comer. ¡y se atragantarán con lo que reparta el chinito! Magia.
Hablando de magos, el fiscal general cumplió un sueño en el choque de elefantes Cartes-Abdo. Encontró a su Mandrake: el ínclito abogado del Quincho, para salvar la renuncia del fiscal Guillermo Sanabria. Mandrake Ovelar —afirman— ya habría tenido redactada la acusación, “como es su costumbre”. Y, quizá, la sentencia y la condena.
Y ante la flemática mirada de Emiliano R. Fernández (el fiscal general) aparecieron los demás mandrakitos necesarios de la fiscalía para presentar la santa acusación quinchal.
Este es un país de magos.