Apenas se inició el año, criminales empezaron con la quema de la reserva natural ubicada al costado de la ruta que une Luque con San Bernardino generando, además de la pérdida de varias hectáreas de la reserva, humo que intoxica a las comunidades aledañas y genera un peligro inminente a los que transitan por la zona.
Además, se volvió común que los vertederos clandestinos quemen basura en las ciudades, vertederos que bajo una evidente complicidad de las autoridades, como la Municipalidad de Asunción, la Fiscalía del Ambiente y del Mades, operan impúnemente, ya que solamente basta con pasear por alguna de las Costaneras para ver como el cúmulo de basura de estos lugares clandestinos forman montañas que rodean la ciudad.
Lo más grave, es que desde las propias instituciones alertan de una nueva sequía en el primer trimestre del año, lo que agudizaría aún más el problema del fuego, ya que además de la sequedad de la flora, también habría escasez de agua para combatir el fuego.
La sequía, que de por sí ya es una consecuencia del cambio climático, afecta también a la salud de la sociedad paraguaya, como a los sectores económicos, quienes tienen cuantiosas pérdidas, ya que los ríos se vuelven innavegables, así como los cultivos no se desarrollan por la falta de riego y la ganadería no puede alimentar a su ganado.
La inconsciencia de los autores de estos incendios y la falta de una sanción ejemplar para los mismos, fomentan un clima inhospito para la sobrevivencia de las personas en la tierra guaraní.
Todas estas condiciones, que hacen de Paraguay un país inhabitable, ya sea por la falta de agua, la sequía y el humo que contamina el aire, podría evitarse si existiera mayor voluntad de las instituciones encargadas de cuidar el ambiente y los recursos de nuestro país; sin embargo, son protagonistas de una inacción cómplice que acelera la descomposición de nuestra agua, tierra y suelo.