En Luque, esta problemática es constante debido a la proliferación de fábricas de bombas y la venta masiva de estos artefactos. Si bien los fuegos artificiales pueden parecer inofensivos para algunos, las bombas de alto impacto representan un riesgo para la seguridad, el bienestar animal y la convivencia en la comunidad.
Las explosiones de bombas generan niveles de ruido extremos que tienen un impacto severo en animales, especialmente en los perros. Sus oídos sensibles perciben estas explosiones como amenazas inminentes, lo que les provoca pánico, desorientación e incluso accidentes. Muchos animales huyen de sus hogares, se pierden o, en el peor de los casos, sufren ataques cardíacos.
Afectan a personas con condiciones de salud específicas, como niños con autismo, ancianos y quienes padecen problemas cardíacos. Las explosiones no distinguen entre quienes celebran y quienes sufren.
En las celebraciones, no solo las bombas son protagonistas: el uso de armas de fuego y el mal manejo de pirotecnia también incrementan el riesgo de tragedias. Cada año se reportan casos de personas heridas por balas perdidas, una práctica irresponsable que pone en peligro vidas inocentes. Asimismo, las quemaduras por manipulación de bombas y fuegos artificiales son causa frecuente de emergencia.
La ciudad de Luque es conocida por su alta producción de bombas, muchas de las cuales se fabrican en talleres clandestinos sin los controles de seguridad adecuados. Esto no solo genera un riesgo para los trabajadores, sino también para la comunidad, ya que las explosiones accidentales en estos lugares pueden tener consecuencias muy graves.
Es momento de replantearnos cómo celebramos estas fechas. ¿Vale la pena poner en riesgo vidas humanas y animales por una tradición que puede reinventarse de manera más segura y solidaria? En lugar de bombas, podemos optar por alternativas más responsables, como espectáculos de luces sin sonido, soltar globos o simplemente compartir momentos especiales con nuestros seres queridos.
Las autoridades de Luque también tienen un papel clave. Es fundamental reforzar los controles sobre la fabricación y venta de bombas, promover campañas de concienciación y ofrecer opciones recreativas que no impliquen riesgos para la población.