El jefe del distrito Nº 12 de Ñeembucú, ingeniero Pedro Cantero, admitió que existen numerosos puentes de madera que ya han superado su vida útil y requieren reemplazo urgente. Esta situación generó la movilización de los pobladores de Potrero Esteche y Paso Pindó, quienes exigen al Gobierno nacional y departamental una solución inmediata.
El puente colapsado se encuentra en una zona de alta productividad, donde también funcionan instituciones educativas. En lugares como Apipe, los niños asisten diariamente a clases, mientras que desde Potrero Esteche, estudiantes recorren 30 kilómetros de camino arenoso para llegar a Laureles, enfrentando condiciones extremas.
En general, los caminos vecinales y rurales de Ñeembucú están en pésimas condiciones. Este problema ha provocado movilizaciones en comunidades como el asentamiento Belén en el distrito de Tacuaras, y Laguna Itá, Otazú y Ciervo Blanco en San Juan de Ñeembucú, cuyos habitantes exigen desesperadamente caminos de todo tiempo.
Debido a las características del terreno, las lluvias convierten los caminos en un lodazal lleno de pozos, mientras que durante la sequía predominan interminables tramos de arena. En las dos circunstancias, transitar por estos lares se vuelve dificultoso y es por la falta de caminos de todo tiempo.
Las autoridades parecen ignorar esta realidad. En lugar de aprovechar la coyuntura política para desarrollar el departamento, concentran su atención únicamente en la capital departamental. Sin embargo, hasta ahora, los anuncios sobre la llegada de empresas a Pilar para generar empleo se han quedado solo en promesas.
Existen otros distritos que anhelan el progreso, que pasa por el acceso a los caminos de todo tiempo, que beneficiarán a todos. Lo peor es quedar aislados de vender los productos de la zona.
Sin un plan de desarrollo a largo plazo, Ñeembucú seguirá estancado en el tiempo, sin avances en infraestructura vial, turismo ni servicios básicos como la salud.