Recordemos el tema de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, realizada en mayo de 2007, en Aparecida del Norte: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida”.
Ser discípulos y misioneros que asumen con valentía su compromiso, incluso con el coraje de beber del mismo cáliz que Jesús bebió, en el sentido de sacrificarse por los demás, de no tener miedo de algunas renuncias personales para no lastimar al semejante.
Probablemente, la renuncia más complicada es dominar la idolatría de sí mismo, y la adoración del dinero. Así como Jesús, pasar largos ratos de oración al Padre, para entender profundamente la eficacia de beber de este mismo cáliz. En el lenguaje del amor y de la fe, muchas cosas deben ser gestadas en el corazón, para que iluminen el cerebro, y transformen la vida. Es la disponibilidad del discípulo, que se acerca al Maestro, y hace un largo, placentero y perseverante proceso de aprendizaje. El discípulo y misionero del siglo XXI tiene una misión espinosa, pues Jesús presenta una radiografía dramática de aquellos que ejercen el poder: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así”.
Cuando afirma: “No será así entre ustedes”, significa que no será haciendo trampas, o usando la fuerza física, económica, política o mediática que vamos a mejorar la sociedad. Al revés, hemos de huir de estos antivalores, que, a la larga, “caen sobre nuestra cabeza...”. Asimismo, recalca la necesidad de una vida dispuesta a favorecer al semejante, de una disponibilidad de tiempo y de espíritu, que crea nuevas relaciones, aclarando que, el que quiera ser grande, que se haga servidor; y el que desee ser el primero, que no tema entregarse al bien de los otros.
Para ser discípulo comprometido y decidido hay que tener claro el motivo central para luchar por otro tipo de sociedad: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate de una muchedumbre”: es el ejemplo soberano de Cristo. Así, es fundamental alimentar constantemente nuestra fe, para poner en práctica el lema misionero de 2024: “Vayan e inviten a todos al banquete...”.
Hoy es también el día de colecta para las Misiones: no seamos indiferentes, sino generosos.
Paz y Bien