Las calles que nos merecemos

Muy saludable y oportuna es la decisión de la Comuna de establecer un lado único para el estacionamiento de vehículos en las calles del microcentro de la ciudad. Últimamente, el tránsito se ha vuelto un verdadero caos por aquella maldita costumbre de muchos conductores que creen que estacionar en doble fila con las balizas prendidas ya les otorga el derecho de molestar a todo el mundo que viene detrás.

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La nueva norma de estacionamiento entrará a regir el uno de octubre próximo, como para dar tiempo a que los conductores se “acostumbren” a la nueva disposición. Es de mi parecer que no es necesario un tiempo de “acostumbramiento”, y con instalar indicadores y señalizadores debe ser suficiente medida para su plena aplicación.

Otro tanto, y esto sí no admite demora, es la implementación de alguna “escuela de educación ciudadana para padres que llevan a sus hijos al colegio”. Resulta exasperante que, en horarios de entrada y salida en las escuelas y colegios del microcentro, el caos que provocan los automovilistas que tienen la insana costumbre de prácticamente estacionar en el portón de entrada de estas instituciones para bajar o subir a sus hijos.

Además de generar caos, nerviosismo y molestias a otros conductores, es un muy pobre ejemplo que dan a sus hijos sobre sentido de urbanidad y respeto hacia los derechos de los demás. Sabemos que donde no hay respeto, se siembra la semilla de la discordia y de la violencia. No resulta muy extraño la violencia que solemos ver en las calles en materia de tránsito automotor.

Tal vez los colegios deberían incluir algunos talleres o charlas para padres sobre medidas elementales de urbanidad. Podría ser una tarea para las comisiones de padres de los colegios. O para los estudiantes, a través de sus comisiones de curso, organizar charlas e invitar a sus padres.

Y ya que estamos hablando de respeto en las calles, una materia en la que la Municipalidad está totalmente aplazada es en el respeto que se merecen los peatones. Una situación de nunca acabar es el irrespeto que sufren las personas que circulan por las veredas ocupadas de la ciudad.

Comerciantes, explotadores de locales de comidas rápidas, gomerías, talleres de chapería y pintura, y un sinfín de otros tipos de negocios utilizan campantemente las veredas desde donde operan como si estuvieran en su propio patio.

Este escenario se da particularmente en avenidas de tráfico vehicular muy intenso, lo que configura un peligro aún mayor para las personas que se ven obligadas a descender de la vereda a la calzada, porque el paso está bloqueado por algún vehículo al que le están cambiando los neumáticos, polarizando las ventanillas, haciendo alguna reparación de chapería, o porque la vereda está llena de mesas y sillas de algún puesto de comidas. En fin, nuestras calles son el reflejo de nuestro nivel de educación y respeto ciudadanos.

jaroa@abc.com.py

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