El Yvŷra Pytã de Heinz

Hace un par de semanas, integrando la segunda expedición de Colosos de la Tierra, llegamos hasta el distrito de Alto Verá en Itapúa. En una hermosa finca, situada entre cerros y valles y surcada por un arroyo, el dueño nos esperaba para mostrarnos el gigantesco árbol que había postulado.

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Heinz, un señor alemán de talla imponente, nos explicó antes de iniciar la caminata que es jubilado y emigró al Paraguay desde Alemania hace más de 15 años. Se decidió por esta zona porque le gustaron el marco impresionante de la naturaleza, la tranquilidad y el clima de la zona. Respetando la zona boscosa natural, trabaja el resto de la tierra disponible para hacerla provechosa, para lo cual cuenta con la ayuda de un par de personas.

Un símbolo de esperanza en Alto Verá. Al cabo de un recorrido de un par de minutos cuesta arriba, llegamos a los pies de un majestuoso yvŷra pytã, perfectamente protegido por la rica vegetación circundante. Estamos ante un ejemplar fabuloso, con una copa frondosa y tronco robusto, un testigo del paso del tiempo y del cambio del paisaje que lo rodea. Este árbol simboliza para su dueño, tanto la esperanza de que se cuide la naturaleza como también la resistencia que personas como él, quizás demasiado pocas, oponen a la tala indiscriminada.

En ese lugar, nos cuenta cómo llegó al Paraguay, y lo que había leído sobre nuestro país, que ahora siente como suyo. Se enamoró de la serenidad de sus paisajes y el clima cálido. La tierra accesible y la baja carga impositiva también contribuyeron a que echara raíces aquí. Pero dice sin rodeos que todo esto ha cambiado dramáticamente con el transcurso de los años. La deforestación inmisericorde y el avance de las plantaciones de marihuana en los parques están destruyendo la belleza escénica, lo cual bien puede observarse desde el aire. Al mismo tiempo, el equilibrio ecológico de la región está en serio riesgo.

Mientras estamos aquí admirando este árbol, docenas como él son cortados en la Reserva San Rafael aquí cerca”, nos dice con conocimiento de causa. Y la indignación de Heinz no es infundada. En 1950, Paraguay contaba con aproximadamente un 55% de cobertura forestal. Hoy en día, esa cifra se ha reducido a menos del 20%, una alarmante disminución que refleja el impacto de las actividades humanas sobre el medio ambiente.

Aunque disfruta de la paz que encontró en Alto Verá después de una vida de trabajo duro y sacrificios, no puede evitar sentir una profunda tristeza al ver cómo los bosques desaparecen ante sus ojos. La falta de equilibrio social tampoco escapa a la mirada del europeo: “No se acabaron los mensúes en Paraguay… estos pobres campesinos que cultivan marihuana son explotados. Trabajan por nada, y no pueden escapar del régimen que les es impuesto”.

A pesar de lo solitario del lugar, el aire puro y calma que lo rodea, la presencia de un guardia armado allí cerca nos devuelve a la realidad. Apoyado en el tronco del coloso, prosigue diciendo que esas raíces profundas y su copa extendida, representan para él un recordatorio de lo que está en juego. “Cada árbol que se tala es un paso más hacia un futuro incierto”. Es una voz firme de protesta que insta a las autoridades a tomar medidas reales y efectivas para proteger los bosques restantes. También aprovecha la ocasión para hacer un llamado a las organizaciones medioambientales para que continúen con su trabajo, y no cedan ni un centímetro. La educación a la población y la posibilidad de crear y fomentar otras formas de ganarse la vida son demasiado importantes para crear una mayor conciencia sobre el imperativo de preservar nuestro patrimonio natural.

El panorama no es alentador, pero lo último que se pierde es la esperanza. Este señor cree firmemente -y todos coincidimos en eso- en que todavía es posible revertir los daños si se actúa con decisión y compromiso. El yvŷra pytã de Alto Verá sigue en pie, desafiante ante los cambios, como un símbolo de lo que aún se puede salvar. “Este árbol ha sobrevivido a muchas tormentas” nos dice con una sonrisa. “El Paraguay también, así que siempre vale la pena luchar”.

Nos despedimos de él con una enorme sensación de desafío, pero también de oportunidades. En este rincón de Itapúa un extranjero nos dio una lección de patriotismo y lucha por los ideales. Sin perder mucho tiempo en diplomacia ni adornar sus palabras, dejó en claro que todas las medidas son válidas y los actores deben trabajar en forma mancomunada. Las palabras de Heinz resuenan con fuerza en Alto Vera y más allá: la lucha es por el Paraguay y el planeta. Proteger lo que queda de nuestra naturaleza no es solo una responsabilidad, es un deber. El mensaje llegó fuerte y claro.

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