El asunto, hecho público por una de las integrantes de la delegación paraguaya, es que el funcionario aduanero de turno por poco más y les revisa los bolsillos. No sirvió de mucho que los viajeros se hayan identificado como una delegación de un organismo oficial del Estado paraguayo. Por el contrario, esta condición parece haber motivado al funcionario a intensificar su tarea de control, lo que habla a las claras el escaso nivel de confianza de que puede gozar algún representante de nuestro país en el exterior.
Por toda respuesta a los reclamos de los pasajeros, el funcionario de marras se limitó a decir que cumplía con su trabajo. Y ciertamente, cumplía su cometido. Y no es para menos la desconfianza, a tenor de la imagen que proyectamos al mundo. Mejor dicho, la imagen que nuestros representantes –políticos o administrativos– proyectan al mundo.
Duele decirlo, pero hay que decirlo: los ciudadanos “comunes” –como diría un ínclito parlamentario nacional– también contribuimos enormemente a construir esa imagen de país de piratas y contrabandistas. El puente internacional que nos conecta con la vecina Posadas es un escenario más que elocuente.
Pero, para alivio de una gran mayoría de paraguayos, “no todo es mercancía”, como diría el poeta Manuel Ortiz Guerrero en su Endoso Lírico. Existen muchos compatriotas que dejan en alto el pendón de nuestro país, tanto dentro como fuera de las fronteras. Y en este sentido, es válido poner de resalto hechos significativos que demuestran que somos un país de gente valiosa y respetable. Por su capacidad, su honestidad, su esfuerzo por la superación.
Mientras escribo estas líneas, dos docentes y un estudiante de la UNI se encuentran representándonos en una conferencia científica del más alto nivel sobre la Antártida, en la ciudad de Punta Arenas, Chile. El jueves pasado el talentoso joven artista encarnaceno Roberto Adolfo Arrúa Giménez, director de la Orquesta Juvenil de Encarnación, recibió el premio municipal Karumbé, con el cual la ciudad expresa su reconocimiento a personas e instituciones que desarrollan una labor meritoria. Desde hace varios años Arrúa viene desarrollando una tarea casi silenciosa –valga el contrasentido– formando a niños y jóvenes en el maravilloso mundo de la música. Sin dudas, un reconocimiento oportuno y justiciero.
Esta es la imagen país que necesitamos proyectar al mundo, y en el que todos los ciudadanos deberíamos estar empeñados. ¡Ya ovalema tanta corrupción, mafia y miserabilidad humana en nuestro país!