Ante la desidia de la justicia, los supuestos sintierra se van fortaleciendo y cada vez son más peligrosos y criminales. Una clara muestra fue el ataque en simultáneo registrado en una propiedad del distrito de Simón Bolívar del departamento de Caaguazú y otro en Capiibary, del departamento de San Pedro, distantes solo 59 kilómetros uno de otro.
Los supuestos invasores “cranearon” un ataque tipo comando y en Simón Bolívar asesinaron y calcinaron –en la camioneta en la cual se trasladaba– al jefe de seguridad de un establecimiento de nombre Severiano Silvero. De la misma forma, en otro establecimiento de Capiibary del departamento de San Pedro, atacaron a balazos al padre de Severiano y de milagro se salvó de morir.
Los supuestos sintierra estudiaron a sus víctimas, planificaron el crimen y atacaron tipo guerrilla hasta asesinar al principal objetivo: Severiando Silvero. Por si fuera poco, libre y públicamente se reunieron un día antes del ataque y perpetraron su cometido. Los supuestos invasores utilizaron armas de fuego de diferentes calibres y explosivos de fabricación casera que no son habituales en los supuestos campesinos sintierra.
Todos los responsables del ataque tenían orden de captura y estaban imputados por invasión de inmueble ajeno, pero circulaban libremente por la zona. La situación demuestra lo permisiva que es la justicia de nuestro país y la situación se está volviendo cada vez peor.
Ante la poca o nula intervención policial, fiscal y judicial, los supuestos invasores de tierra se están formando como grupos criminales y al parecer están siendo instruidos por facciones peligrosas que están echando raíces en los mismos. Mientras tanto, los encargados de velar por la seguridad del ciudadano de bien están dormidos, improductivos o, peor aún, son cómplices de los ataques y en cambio reciben importantes sumas de dinero que quedan en los bolsillos de los jefes, fiscales y jueces.
Esta situación no puede seguir de esta manera, o dentro de poco el país se convertirá en tierra de nadie, como es en el norte de México o en el oeste de Ecuador o la propia zona norte de Paraguay, donde la situación ya es incontrolable y el territorio se convierte en tierra de nadie, del más fuerte, del más criminal y peligroso.
La justicia debe dejarse de la joda y de la corrupción, caso contrario, este mal nos llegará a todos y terminarán pagando muy caro la desidia de los mismos.