La terrible corrupción en las fronteras, en las esferas policiales, Fiscalía, Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y otros, hacen que miles de kilos de productos frutihortícolas ingresen ilegalmente al país y terminen saturando el mercado nacional.
Los más afectados de esta situación son los tomateros, quienes cada año producen miles de kilos de tomates de buena calidad para el consumo del país, pero se ven afectados por la saturación del mercado nacional a causa del contrabando.
En los últimos días, ante la desesperación de falta de atención y venta de sus productos, agricultores de Coronel Oviedo realizaron una grave denuncia. Acusaron a funcionarios del Senave, MAG, comerciantes y algunos productores traicioneros de blanquear las cargas que entran en forma ilegal al país y venderlas como producción nacional. Tras el hecho, milagrosamente, varias cargas de tomates fueron decomisadas en las rutas y por arte de magia, el mercado nacional se abrió a los agricultores paraguayos.
En los últimos días registraron buena venta, pero desconfían que solo sea por un momento y que después todo vuelva a la realidad.
Los labriegos están cansados de hacer graves denuncias y que ninguna autoridad competente se preocupe de ellos. Están cansados de lloriquear para ser escuchados y solo por un momento.
Es lamentable que la gente que representa uno los pilares fundamentales de la economía de una región tengan que suplicar para trabajar. Es una clara muestra que, si se toca o saca a luz “los intereses” de los corruptos, se logra una rápida acción de los mismos.
Lo cierto y lo concreto es que la corrupción en nuestro país va de mal en peor. Las autoridades cada vez son más hambrientas por las tetas del Estado y, si no actuamos a tiempo, el país se sumergirá cada vez más en un oscuro pozo sin final.