Un tal Alejo García

En un par de semanas se recodará la fundación de la capital del país. Seguramente, como todos los años, con muchos actos artísticos y culturales como Asunción se merece. No debería de pasar inadvertido que este año se cumplen V siglos del descubrimiento del Paraguay por el navegante portugués, Alejo García, una figura extrañamente echada al olvido.

audima

En un encuentro con universitarios tiré al ruedo el nombre de Alejo García. Nadie, nunca, escuchó hablar de él salvo una muchacha cuya calle donde vive, en Sajonia, se llama Alejo García pero sin la más remota idea de quién sería. Este hecho es común. Las calles de la ciudad se llenan de nombres que en la mayoría de los casos nadie escuchó hablar de ellos. Se entiende. La persona que vive en Tte. González y Sargento Benítez no sabe ni siquiera los nombres de tales personajes. Aunque los tuvieren, igual no se los conocería seguramente. No es el caso del navegante portugués. O no debería serlo.

A la muerte de Solís –que descubrió el Río de la Plata y falleció en 1516 en manos de un grupo de indígenas- la tripulación decidió regresar a España. Una de las carabelas, azotada por los fuertes vientos, naufragó en Brasil a la altura de Santa Catalina. Se salvaron once tripulantes, entre ellos, Alejo García. Con la idea de llenarse de oro y plata emprendió la aventura con cuatro de sus compañeros y cientos de indígenas.

El primero que habla de García en un libro fue el paraguayo Ruy Díaz de Guzmán en “Anales del descubrimiento, Población y Conquista del Río de la Plata”, más conocida como “La Argentina”. Leemos: Alejo García y compañeros “llegaron al río del Paraguay, donde siendo recibidos con buen acogimiento de los habitantes de aquella provincia convocaron a toda la comarca para que fueren juntamente con ellos a la parte de poniente a descubrir y reconocer aquellas tierras de donde traerían mucha ropa de estima y cosas de metal…” Por estas cosas de metal –oro y plata- deliraban los conquistadores que se daban a las más desquiciadas aventuras; algunas, con felices e inolvidables resultados para el nuevo mundo.

Julio César Chaves, en “Descubrimiento y Conquista del Río de la Plata y el Paraguay”, le dedica varias y documentadas páginas a la hazaña de Alejo García ante su gigantesco proyecto. “Constituía una empresa personal y particular –dice Chaves- que no contaba con el apoyo de nación o monarca alguno. Iba a cruzar tierras desconocidas, penetrar en grandes comunidades indígenas, sin ejército organizado, sin base de operación, sin poder esperar refuerzo alguno. Su audacia asombra, no teniendo parangón en el descubrimiento y conquista de las Indias”.

De Santa Catalina, García se internó en territorios difíciles. Llegó a la bahía donde más tarde Juan de Salazar fundaría el Fuerte, origen de la capital paraguaya. En 1525 García y sus compañeros remontaron el río Paraguay. Fueron asesinados por los payaguaes en el actual San Pedro.

“Así acaba en 1925 –escribe Manuel Domínguez- el descubridor del Paraguay y de Charcas, el primero que se internó en la tierra de los Mbayaes, llegó a los Andes peruanos y penetró en los dominios del Inca. Cruzó Curitiba diez y siete años antes que Alvar Nuñez, descubrió el Paraguay cuatro años antes que Gaboto, exploró el Chaco trece años antes que Ayolas, entró en Charcas trece años antes que las huestes de Pizarro. La historia le da este lauro a aquel gentil aventurero”.

Este gentil aventurero no ha recibido la gentileza de una justa recordación de los paraguayos.

Tal vez por los 500 años del descubrimiento del Paraguay algunas instituciones estatales y privadas lo recuerden con actos que sean dignos de las hazañas de un aventurero singular.

alcibiades@abc.com.py

Lo
más leído
del día