Merecido homenaje

Un merecido homenaje otorgó recientemente la Junta Municipal de Encarnación a una primera “comisión de cultura” que activó en esta capital departamental hace ya varias décadas, pero que dejó una huella indeleble en la historia de la ciudad. Acaso muy pocos recuerden, tal vez ni conozcan, los nombres de estos vecinos, en su mayoría ya fallecidos, que en su momento aportaron su esfuerzo, su tiempo, sus energías, a esta tarea colectiva de construir ciudadanía a través del arte, el deporte, la cultura en general.

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Como se dijo durante el acto de entrega de unos modestos pero significativos pergaminos de reconocimiento y gratitud a los miembros sobrevivientes de aquella comisión, todo se hacía “a pulmón”. Sin recursos provenientes del erario.

El popular festival regional “Vy’a Guazú a lo Paraguaiete” en la década de los ‘80, que marcó un hito hasta ahora no igualado; los carnavales encarnacenos, que recibieron el impulso para convertirse en la mayor fiesta del país, concursos populares de oratoria, son parte del legado que dejan estas personas a la historia de la ciudad de las últimas cuatro a cinco décadas.

Se hacía poniendo entusiasmo, a pura “gestión” y creatividad, impulsados por un sentido de pertenencia y tal vez hasta de fanatismo por su ciudad, buscando hacerla brillar, crecer, desarrollarse. Y en esa tarea lograban involucrar a la gente, hacerla partícipe de lo que se hacía a través de su cooperación. En algunos casos en metálico, en otros, donando su tiempo y su trabajo.

Bien en contraste con los tiempos que corren, en que este tipo de acciones comunitarias se convirtieron en tarea especializada de burócratas, tal vez con conocimientos técnicos, pero desconectados del “pulso” de una ciudad. Desprovistos de sentido de pertenencia. O pasaron a convertirse en una oportunidad de negocio para personas de mucho criterio “empresarial”, pero lejanos de la “esencia” de la cosa. Los carnavales encarnacenos, cada vez más raleados y decadentes, resultan un buen ejemplo de ello. También están quienes actúan por el solo afán de algún rédito político.

Plausible iniciativa de la Junta de contribuir a la memoria colectiva a través de este acto de reconocimiento y gratitud a estos vecinos que trabajaron con entusiasmo y mucho desprendimiento en esa tarea inacabable de construir ciudadanía a través de la cultura.

La construcción de una sociedad democrática y participativa es una tarea que nos involucra -debería- a todos. Como nunca en nuestra historia reciente, los ciudadanos tenemos la posibilidad de intervenir en los asuntos de interés común, pero paradójicamente nos mantenemos apáticos. Necesitamos recuperar ese impulso de involucrarnos por puro entusiasmo e idealismo, del que en su momento dieron testimonio los protagonistas de este reconocimiento.

jaroa@abc.com.py

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