Itapúa más segura

Tras la declaración de “emergencia departamental” por inseguridad en Itapúa, a fines de abril pasado, la Dirección de la Policía Nacional en el departamento lanzó el operativo “Itapúa segura”, que entre los meses de abril y junio casi duplicó el número de detenciones y aprehensiones de personas, por distintas causas: órdenes de captura por casos de robo, abuso de menor, hurto, entre otros. En este periodo “sacó de circulación” a 589 personas, superando las 254 de los tres primeros meses del año.

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El director de policía en Itapúa, comisario Juan Agüero, aplicó una estrategia efectiva: mayor presencia de uniformados en las calles, patrullas con efectivos de distintas dependencias que recorren las calles con el propósito de desalentar el accionar los delincuentes, y detectar personas con órdenes de captura pendientes.

La acción contribuye a generar un clima de mayor seguridad y confianza en la ciudadanía, acosada y desanimada a salir de su casa ante la posibilidad de toparse con algún “motochorro” que le despoje del celular, la cartera, su vehículo, y poner en riesgo su integridad física.

Sin bien es cierto que el accionar de los temidos “motochorros” amainó notoriamente, no obstante y de acuerdo a las estadísticas de la Policía, los casos de hurto, hurto agravado y robo, que son los más recurrentes, registran un significativo aumento en el periodo de referencia.

En el “rubro” –por llamarlo de alguna manera– de “hurto”, en los tres primeros meses del año se registraron 88 denuncias, mientras que en los siguientes tres meses aumentó a 95 casos. Los hurtos agravados, de 47 casos registrados de enero a marzo, saltaron a 66 en el segundo trimestre. Los robos, de 10 registrados entre enero y marzo, trepó a 21 entre abril y junio.

Esto habla a las claras de que, en materia de seguridad, si bien la prevención es importante, no es suficiente. Se requiere atacar no el síntoma, sino la causa de una enfermedad social que se funda en múltiples aspectos: marginalidad, pobreza rampante de amplios sectores de la sociedad, falta de oportunidades laborales y de expectativas de salir de ese círculo vicioso.

En una sociedad donde ciertos sectores –políticos y económicos– acaparan toda la torta, como ocurre en nuestro país, a veces el delito común adquiere una dimensión de rebeldía contra ese estado de cosas.

Si queremos combatir este flagelo que mantiene a la sociedad en zozobra y sumida en la indefensión, necesitamos de políticas económicas y educativas que generen las condiciones para que el ciudadano salga adelante mediante el esfuerzo propio. Y, fundamentalmente, necesitamos en las esferas de poder modelos de honestidad y no los ejemplos de delincuencia impune con la cosa pública.

jaroa@abc.com.py

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