Kakistocracia

Cuando un gobernante se rodea de incompetentes, los menos calificados y los más ineptos, se denomina Kakistocracia. Un término tan poco común pero que sienta perfectamente a varias de nuestras autoridades electas, nacionales, regionales y municipales.

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Desde el momento en que el mérito sea solamente ser amigo del gobernante de turno, cumplir con el requisito de ser su correlí o alguien a quien se le debe algún tipo de favores, la elección de los mejores queda bastante lejos de convertirse en realidad.

El gobierno de los peores se hace realidad cuando, sin escuchar a los que los eligieron, se busca el beneficio propio, sin debatir, sin escuchar, imponiendo a la fuerza el parecer del único líder; personalizando los ataques a sectores que se consideran enemigos por tener voces disonantes. En el último año también fuimos testigos de una mayoría arrolladora del oficialismo en el Congreso y hasta en la Junta Municipal de Asunción que no se caracteriza por discutir ideas, más bien parece cumplir un libreto preestablecido del que nadie puede salir.

Lo que más decepciona actualmente es que ni siquiera se busca disimular ante la ciudadanía cuando se le corta la cabeza a cualquiera que piense diferente, como fue el caso de la senadora más votada en la última elección, Kattya González. La advertencia fue tan dura que los demás opositores se muestran temerosos de perder de igual manera su banca, otros directamente se cambiaron de camiseta, traicionando a la gente y a los que ellos mismos declaraban como sus principios. Sin ninguna duda lo que más debe decepcionar a los votantes es que apenas asumieron, varios legisladores decidieron sumarse a los que criticaron durante toda la campaña electoral, lo que parece responder a la famosa frase: “Estos son mis principios y si no le gustan tengo otros”.

Una muestra de incoherencia fue el decreto que beneficiaría con el monopolio a Petropar en detrimento de los emblemas privados, según denuncia de los propios empresarios que hasta anunciaron la posibilidad de dejar el país. Recordemos lo que dijo Santiago Peña en su asunción al mando hace casi un año: “En materia de políticas económicas, no somos ni seremos un centinela sentado sobre una caja fuerte. Si fuera así apenas empataríamos al final de la gestión. Seremos generadores creativos de factores como el incentivo a las industrias, a la radicación de inversiones, las innovaciones tecnológicas, la empleabilidad y productividad laboral para lograr el gran salto económico que nuestra población se merece”.

Ante cada proyecto de Ley que se impone por medio de una mayoría que no permite siquiera el mínimo disenso siempre nos queda pensar ¿Qué es lo que tiene detrás? ¿Por qué no se escucha a los involucrados? ¿Existen intereses creados que deben salir a la luz? De algo podemos estar seguros, si pensamos con malicia en las respuestas lo más probable es que acertemos.

arturo@abc.com.py

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