La manifestación de principios de la ANR, consagrada hace 57 años se curuvicó ante los dichos que esta semana, y sin ruborizarse, sentenció el patrón y, parece que, dueño del centenario partido: “¿Ustedes creen que en el Partido Colorado uno puede decir lo que quiere o hacer lo que quiere?”
La inapelable sentencia no vino sola. “Tenemos árbitros y se nos echa fácil de la cancha si no hacemos lo que tenemos que hacer”, decretó el mandamás que hace sus sesiones directivas partidarias en la residencia presidencial. Si ante su primer veredicto habrán temblado todos los acólitos de la ANR, ante el segundo debiéramos inquietarnos todos. Este inesperado sincericidio de Cartes plantea demasiadas incógnitas.
Sobre los árbitros. ¿Quién o quiénes son los árbitros con poder para echar? ¿Echar de dónde? ¿Es él? ¿O árbitros cartistas que él bautiza o designa? ¿Quiénes han sido investidos como árbitros con poder para radiar a seres humanos de la cancha? ¿Es el formal Tribunal del Partido o es un Tribunal que no vemos porque la autoridad unipersonal del Patrón es más única y personal que nunca?
Sobre la cancha. ¿Cuál es la cancha? ¿La Junta de Gobierno? ¿Las seccionales? ¿Todo el partido? ¿Cuáles son los perímetros de la cancha? ¿Empiezan y terminan con afiliados? ¿O son jugadores investidos con el poder del voto y de los cargos? ¿Es solo la cancha de la ANR o estamos hablando de la cancha de la República del Paraguay?
Sobre el echar fácil. ¿A quién se le echa fácil? ¿A los narcopolíticos que ellos tienen como afiliados? ¿A los colorados que han sido sentenciados por tremendos fallos de la justicia sobre enriquecimiento ilícito, organizaciones criminales o narcotráfico? ¿A quienes meten la mano en la lata y hacen desaparecer el dinero? ¿A quién echan fácil? ¿Al que critica al árbitro?
Toda la tropa cartista que hoy desfila y baila al compás del Patrón debiera poner sus barbas en remojo. Hoy es el turno de unos, mañana llegará inapelablemente el turno de otros. Aceptaron en el pasado alquilar el Partido de Bernardino Caballero, hoy el inquilino temporal se ha convertido en amo y señor. Mirar cómo persigue a quienes persigue, con qué fuerza, rabia y persistencia consuma sus vendettas debería preocuparles a los colorados en particular y a todos los paraguayos en general. Cuidado con la libertad, la cancha y el árbitro, igual que en los partidos, se puede perder por goleada.