Recordemos que cuando la Fiscalía pidió el desafuero de Galeano, Santiago Peña salió a recomendarle que se someta a la justicia. Fue un gesto espontáneo del presidente que le valió el aplauso de la ciudadanía. ¿Qué pasó después? Cabe pensar que no le estaba permitido tener opinión propia en un grave asunto que comprometía el “honor” de HC, movimiento que protege a sus adherentes de cualquier delito, por muy grave que fuese.
Como una forma de enmendarse de su “imprudente” consejo, Peña se puso a defender a Galeano mucho más allá de la línea que separa a los poderes del Estado. Tiene que haber muchas cosas sucias que ocultar para que un presidente de la República siembre la desconfianza sobre los trabajos de dos fiscales, Silvio Corbeta y Deny Yoon Pak, que se dieron íntegros a la tarea de investigar los delitos de “asociación criminal y lavado de dinero proveniente del narcotráfico”. Ni siquiera del contrabando de cigarrillos, que sería más leve, sino de drogas prohibidas que destruyen la vida de miles de jóvenes, destrozan hogares, desunen a las familias, instalan la violencia callejera.
Sí, tiene que haber muchas cosas que ocultar y muchas personas que proteger. Hasta en reuniones internacionales Peña se pronunció por la inocencia de Galeano cuando la investigación fiscal ya estaba muy avanzada y trascendía la conexión del senador cartista con la delincuencia organizada. En Punta del Este, Uruguay, después de pontificar en abril pasado sobre el combate a la criminalidad, un periodista le descolocó al preguntarle sobre Erico Galeano. Peña mintió que la causa esté vinculada al tráfico de cocaína; que se trataba solamente de la venta de una propiedad a alguien que estaba en el negocio de la droga.
El pasado viernes 24, los fiscales acusaron a Erico Galeano por supuesta relación con el negocio del narcotráfico liderado por Miguel Insfrán Galeano, alias Tío Rico, y el prófugo uruguayo Sebastián Marset. La Fiscalía solicita, en base a los documentos acopiados, que Galeano vaya a juicio oral y público.
Santiago Peña reaccionó de inmediato con el despropósito de siempre. Dijo: Erico Galeano “ha dicho en reiteradas ocasiones que es inocente y la justicia, si hay justicia, va a tener que demostrar su culpabilidad”. ¿Y por qué no ha de haber justicia? Peña abre ya el camino para decir luego, en caso de condena, que se ha cometido una injusticia. Entonces entrará de inmediato a funcionar la maquinaria cartista para triturar a fiscales y jueces. La frase “si hay justicia” revela a un Presidente de la República comprometido, sin pudor alguno, con la delincuencia. “Si hay justicia”, en boca de Santiago Peña, es una amenaza a cielo abierto. ¿Por qué se mete en un asunto que no le compete? Salvo que sea muy grande el interés por salvar, no solo a un supuesto delincuente sino, tal vez, un esquema delictivo de dimensiones mayores que A Ultranza Py.
Peña tendría que alentar a los fiscales –no descalificarlos– en la difícil y valiente labor de revelar los esquemas delictivos.
Tanto amparo del cartismo da la impresión de que busca adular a Galeano para que no revele nombres en caso de que la justicia lo acorrale.