La rosca, una suerte de “mafia” empresarial transportista, por así decirlo, encabezada por César Ruiz Díaz es una de las principales responsables del obsoleto sistema de transporte público. Itinerarios secuestrados, una nula intención de mejorar sus flotas y el desinterés, hasta criminal, que tienen hacia el pasajero son algunas de las características de estos “trabajadores a pérdida”. Sin embargo, no son los únicos culpables de esta situación.
El transporte público nunca ha sido parte central de la agenda de ningún gobierno desde la caída de la dictadura, mucho menos durante esta.
El Gobierno actual, a cargo del cartista Santiago Peña y su “líder”, Horacio Cartes, tampoco demuestra intenciones reales de paliar esta eterna problemática. Se dice que quienes quieren hacer un cambio de algo negativo es porque lo vivieron. Evidentemente, esto no ocurre en este caso.
Yo le pregunto a César Ruiz Diaz: ¿alguna vez usted sufrió la odisea de utilizar el transporte público en el Área Metropolitana de Asunción?, ¿alguna vez esperó durante 2 horas alguna unidad de cualquier línea para luego viajar como sardina?, ¿alguna vez caminó cuadras y cuadras por las noches ante la falta de ómnibus en circulación?
¿Alguna vez Santiago Peña sintió el miedo de no llegar a casa porque el bus no venía a las 10 de la noche?, ¿en algún momento de su vida tuvo que pagar, con el dinero que debía alcanzar toda la semana, bolt o un uber o un taxi para llegar a casa?
Es tan fácil legislar para quienes no lo sufren, desde sus cómodas oficinas, en horarios que manejan ellos mismos y moviéndose en lujosas camionetas. Pero es más fácil aún para ellos ignorar esta problemática y fingir que en sus mundos de fantasía, todo está bien.
¿Los empresarios y los gobernantes alguna vez sufrieron lo que padecemos los pasajeros? Evidentemente no, por eso no hay ni habrá intenciones reales de mejorar esto.
Mientras, nosotros sigamos viajando como sardinas, desarrollando la habilidad del equilibrio al ir parados y sostenidos con una mano mientras ponemos algún capítulo de nuestra serie favorita, intentando olvidar que tenemos el peor sistema de transporte público de Sudamérica.