Es una realidad que, por una serie de factores externos a las mismas, las FF.AA. paraguayas están en un franco proceso de reducción numérica, pero en un franco ascenso de permanentes demandas (como encargarse de la seguridad interna, la cual no es su naturaleza, ni su función).
Esto nos pone frente ante la interrogante de si este modelo castrense se ajusta o no a los desafíos que enfrentan países como el nuestro, cuya democracia está en permanente jaque ya sea por los desaciertos políticos, por el avance del crimen organizado, el narcotráfico o la narcopolítica.
La respuesta es compleja. Hay personas sobradamente formadas en la teoría y en la práctica local e internacionalmente. El asunto es que sus estrategias no son del todo tenidas en cuenta por razones narcopolíticas.
Imaginemos un escenario ideal en el que no existan tales injerencias… Igual aparecerían otros escollos: falta de infraestructura y dotación acordes al desafío de luchar contra bandas organizadas superan por años luz en tecnología y armamentos a las FF.AA.
Pero existe una pequeña luz al final del túnel: la cooperación internacional como la de los EE.UU., cuyas acciones son leídas por los detractores como una “intromisión”, algo a lo que Tidd salió al paso diciendo que es una acción conjunta.
Por otra parte, para que lo anterior se cumpla existe el componente económico, algo que Tidd reconoció, como historiador amateur, que a lo largo de la historia el factor económico ha sido siempre un escollo sorteado con creatividad.
¿Qué hacemos entonces? Recurrir al componente humanizado en la fórmula de la mentoría: el apoyo moral y motivacional entre pares internacionales. Conocerse de “tú a tú” generando nuevas ideas y posibilidades de encontrar en un futuro cercano las respuestas al flagelo regional que ha permeado y socavado todos los estamentos sociales, incluyendo las FF.AA.
Marta Escurra posee un doctorado en Defensa, Desarrollo y Seguridad Estratégica.