Después de llenarlos de alegría por este encuentro absolutamente inimaginable para el cerebro humano, el Señor los envía como sus misioneros, a la par hace una revelación sobre el perdón de los pecados: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.”
Vemos que es deseo explícito del Señor resucitado que haya el perdón de los pecados y es también su tajante decisión delegar a sus discípulos el poder de perdonarlos, poder que solamente Dios posee, y por esto, les confiere el don del Espíritu Santo.
En la realidad pecado es algo que devasta al ser humano y a la sociedad. Modernamente, hay personas que no aceptan bien el término pecado y prefieren utilizar palabras más ambiguas, como “falta de iluminación... defecto personal... equivocación... retraso espiritual” y otras.
Pecado proviene del latín “peccatum” e implica la violación de normas morales, sin embargo, es mucho más que esto, ya que expresa un rechazo de Dios y una desobediencia libre y deliberada de sus enseñanzas. Es cuando la voluntad humana se opone a la voluntad divina conocida, ya sea por un mandamiento revelado, o por la conciencia sembrada por Dios en cada ser humano.
Para que haya pecado son necesarias tres condiciones: libertad para decidir si hace o no hace tal cosa; conocimiento de que está en contra de los mandamientos de Dios y la materia, que es el hecho en sí mismo, lo cual presenta distintas gravedades.
El Señor nos deja el sacramento de la Reconciliación para que encontremos el perdón verdadero. Para una buena confesión la persona hace un examen de conciencia, y debe sentir una decepción consigo mismo por haber ofendido a Dios.
También confiesa junto al sacerdote sus faltas, hace un propósito de evitarlas en el futuro, recibe el perdón de Dios y cumple la penitencia, que significa una obra para recomponer el orden dañado por su error. Finalmente, alaba al Señor, porque perdona, y nos llena de su amistad de nuevo.
Pascua es vida nueva, esto implica un corazón nuevo, actitudes más coherentes y más solidarias.
Paz y bien.