En todas hay un denominador común: la fuerza, el compromiso y la creatividad de los jóvenes. Pero seamos sinceros, no todos tienen el apoyo económico, para entrar en este circuito del arte religioso. La falta de presupuesto, la cubren con voluntad y creatividad.
Tal es el caso de los jóvenes de las diferentes capillas dependientes de la parroquia San Ramón No Nato de la comunidad de Laurelty, Luque. Sin proponérselo estos jóvenes despertaron la admiración y conmovieron a los automovilistas que circulaban sobre la ruta San Lorenzo-Luque en la calurosa siesta del Viernes Santo.
Algunos aminoraban la marcha, otros estacionaban a los costados para tomarles fotos y otros más espontáneos se sumaban al puñado de fieles quienes con sombrillas en mano seguían a estos chicos y chicas que movidos por el arte y la religión desafiaban al asfalto y a la sensación térmica de 40 grados. Esta industria del arte religioso movida a puro corazón debería ser una llamada de atención a las autoridades y sus políticas para reforzar el movimiento artístico en nuestro país.
De hecho, las grandes puestas tienen apoyo de sus municipios y de las binacionales. Estas iniciativas de estos jóvenes de barrio cuestan menos que lo que un nepopaby nos cuesta a todos ¿por qué o apoyarlos?
Pero la adversidad para el arte, la suplen con creatividad: Látigos de goma eva, cascos de cartón, coronas de espinas de cartulina, percheros convertidos en crucifijos, lanzas de alambre, rudintarias antorchas… todo, vale para saberse estrellas por un día, para mostrar, aunque sea en la vereda de una esquina el talento, la fuerza y la voluntad que tienen de hacer algo por su comunidad y llegar algún día a ser referentes en una puesta de Semana Santa llena de arte y fuego. Mientras tanto, siguen rezando por el milagro.