Además del aspecto descuidado y sucio que se observa en algunas calles y veredas, la presencia de enormes baldíos abandonados, con yuyales y basura arrojada por puercos (disculpen los cerdos), proyectan una imagen muy poco favorable para una ciudad que se precia, no ya como la “perla del sur”, posición honorífica disputada con la también sureña ciudad de Pilar (Ñeembucú), sino como la “Perla del Paraguay”.
El director de Higiene y Salubridad de la Comuna, Ing. Victoriano Vázquez, admite que el municipio está sobrepasado en cuanto a la limpieza y disposición de residuos. Agobiados por la escasez de recursos, de personal. Incluso para las notificaciones a propietarios de baldíos abandonados.
Y aquí entra a tallar un aspecto que nos desnuda como ciudadanos. Que hace a la calidad de gente que vive en una determinada ciudad. El sentido de pertenencia. Somos ciudadanos, o simples habitadores. Y esto tiene profunda raíz en la educación.
Basta recorrer algunos tramos de las avenidas ribereñas, algunas plazas, y ver el deplorable estado de los bancos, juegos infantiles y aparatos para ejercicios rotos, rapiñados, destruidos. Lo mismo con los baldíos abandonados. Permiten “medir” el grado de responsabilidad, de decoro, y de respeto a la ciudad y sus habitantes por parte de sus propietarios.
Alguien que puede darse el lujo de tener un terreno en pleno centro de la ciudad, sin otro fin que la especulación inmobiliaria, necesariamente debe ser económicamente pudiente, y consecuentemente con capacidad de pagar, cada tanto, por un desmalezado.
En cuando a la Municipalidad, su carencia de recursos no lo exime de responsabilidad. Y como dice el viejo refrán, “la pobreza agudiza el ingenio”. La ciudadanía espera creatividad de sus representantes. Liderazgo para el logro de objetivos comunes, que es vivir en una ciudad limpia, segura, saludable, amigable.
En definitiva, todos tenemos la responsabilidad ciudadana de cuidar el lugar donde vivimos. No cabe mirar para otro lado, ni hacerse el “ñembotavy.” Qué buen regalo de cumpleaños a Encarnación sería si, en estos días previos al acontecimiento, cada uno hiciéramos solamente lo que debemos hacer en este asunto.