El sobrevuelo del águila calva

La reciente visita de dos días del coordinador Anticorrupción Global del Departamento de Estado, Richard Nephew es un recordatorio de que Paraguay sigue siendo un foco de preocupación para los EE.UU. en lo referido al narcotráfico, lavado de dinero, corrupción y las incipientes restricciones a las libertades, en especial a la libertad de prensa.

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En su primera visita de octubre de 2022, Richard Nephew se reunió con el expresidente Mario Abdo Benítez, legisladores, sector privado y organizaciones de la sociedad civil. En esta ocasión, la agenda siguió el mismo esquema, pero los actores políticos, variaron.

Además, la primera visita de Nephew se dio en el contexto de la tempestad política desatada por las designaciones del expresidente Horacio Cartes y el exvicepresidente Hugo Velázquez y otros, como significativamente corruptos, hechos que fueron “leídos” como una intromisión con fines electorales en algunas carpas.

En otras, fueron “leídos” como una inminente extradición y un eventual juzgamiento de los designados en EE.UU, en especial uno, tal como acaba de ocurrir con el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández. En el 2023, el Departamento de Estado redobló la apuesta imponiendo sanciones más severas a Cartes, quien, en respuesta, había presentado una denuncia ante la justicia paraguaya por persecución política que derivó, según él, en su designación, apuntando incluso hacia algunos sectores de la prensa.

Ahora, la visita de Nephew deja el claro mensaje de que el Paraguay no puede sortear el estigma de país corrupto, lavador de activos (USD 600 millones según UNDOC), relacionado con grupos terroristas y el crimen organizado transnacional. También hay un alarmante debilitamiento de los actores del contrapoder, condición sine qua non de una democracia.

Tenemos una oposición fragmentada, casi inexistente, y las organizaciones de la sociedad civil son ignoradas de los debates de políticas públicas de transparencia. No olvidemos el garrote jurídico aplicado a la prensa.

En este contexto lejos estamos de emprender reformas institucionales para mejorar nuestra imagen internacional. Paraguay seguirá siendo visto como un “narcoestado”, con su soberanía constantemente socavada, lo que nos pone en un callejón sin salida. Si no hay capacidad local de resolver estos entuertos para ser considerados como un país serio, nos guste o no, tendremos constantemente el sobrevuelo del águila blanca, tutelando nuestra endeble democracia.

* Marta Escurra tiene un doctorado en Defensa, Desarrollo y Seguridad Estratégica.

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