Sobre los desafíos y compromisos

La entrañable Mafalda, personaje de una tira cómica que encarnaba a una niña con mirada social sumamente crítica, aparecía en uno de los episodios mirando fijamente el almanaque del año que apenas iniciaba. Al cabo de un par de imágenes exactamente repetidas, la pequeña razonaba “¿Qué enorme compromiso ehhh… con qué historias será que vamos a llenar cada una de estas fechas en blanco…?”.

audima

Las fiestas de Fin de Año e inicios del nuevo siempre nos llevan -o por lo menos deberían- a reflexionar sobre lo que se hizo bien y no tanto, sobre los errores y también la oportunidad de corregirlos y hacer cosas nuevas o de modo distinto. Esta actitud forma parte de la naturaleza humana, necesitamos parametrizar las cosas y establecer niveles que van de 0 a 10 o de pésimo a excelente, y las vamos ubicando dentro de ese abanico. Según las características y valores de cada uno, alguno dirá que su año fue mejor si ganó más dinero y eso es su valor principal, mientras otro más enfocado en su crecimiento personal argüirá que “pudo haber sido mejor”, un poco frustrado porque no llegó a hacer una maestría que tenía prevista.

Estas metas y objetivos personales, que por cierto está muy bien que cada uno se asigne o proponga en forma de desafíos, son una iniciativa sana y muy recomendada. Desde bajar de peso hasta retomar una carrera universitaria, desde afinar alguna habilidad manual pasando por ajustar las finanzas personales o practicar algún deporte o estudiar un nuevo idioma, las metas como compromisos personales motivan, impulsan y mantienen vivo ese fuego llamado autosuperación.

No existe nada peor que la falta de metas a corto, mediano y largo plazo, y esto es válido para cada persona como también para las organizaciones. De esta forma, cada jornada tiene su objetivo y la suma de éstos llevará a la realización de los propósitos más pequeños hasta los más importantes. Como la famosa zanahoria al frente del caballo de tiro, los objetivos trazados en forma clara nos ayudan a avanzar con paso firme y decidido, sorteando obstáculos reales como también imaginarios.

Así, cada uno de nosotros es responsable de ir completando ese almanaque que observaba Mafalda, llenando “tantas fechas vacías” con actividades, reuniones, responsabilidades y viajes que pintarán, al cabo de 365 días (este 2024 bisiesto serán 366), una acuarela de los tristes fracasos y también felices victorias que representarán el año. Desde luego que no todo serán colores brillantes y opacos, esta imagen estará matizada también con otros diversos tonos, más neutros y menos llamativos, que representan a todas aquellas cosas que no se encuadran perfectamente ni entre los logros ni las derrotas, sencillamente rellenos que quizás de alguna manera contribuyeron hacia lo uno u otro, o que fueron simplemente eso, relleno. Por cierto, cuidado con estos últimos: Los distractores que, como cortinas de humo, impiden ver con claridad el camino y que terminan siendo solamente una pérdida de tiempo y energía.

En estos desafíos y compromisos personales, cada quien es responsable de “cobrarse a sí mismo” y las consecuencias recaen mayormente sobre el titular de esa responsabilidad, sea para bien como para mal. También es importante al asumirlos -como al no hacerlo- ser conscientes de que el éxito alcanzado o no igualmente influirá en forma colateral con personas cercanas a nosotros, que inclusive muchas veces nos apalancan y “hacen el aguante” para alcanzar el éxito. Sepamos valorar este esfuerzo e intentar estar a la altura tanto de lo que esperamos de nosotros mismos, como también lo que otros esperan.

¡Enorme compromiso y responsabilidad para empezar este periodo! Los mejores deseos para todos de que sepamos llenar con dedicación, buenas intenciones y disciplina tantos espacios en blanco de este año de oportunidades que se inicia ante nosotros, y que encontremos fuerzas para perseverar en los compromisos asumidos. ¡Feliz y próspero 2024 mi Paraguay querido!

Lo
más leído
del día