Usualmente, estos tres meses (y piquito) son vistos como una forma de medir el desempeño de un gobierno y evaluar sus promesas de campaña. El apoyo popular, las expectativas y la cohesión de los actores políticos suelen decaer y este periodo puede ser determinante para sentar las bases del éxito (o el fracaso).
En Guairá se puede decir que los primeros 100 días del nuevo gobierno departamental son alentadores. A diferencia de las administraciones anteriores, el gobernador César Luis Sosa, del cartismo, misma línea del Gobierno central, hizo ruido. Mucho ruido. En algunos casos exagerados, en otros, inusuales.
Uno de los temas más llamativos es que la atención del gobernador se centra más en los distritos, no tanto en su capital, Villarrica, ciudad con la mayor población y mayor caudal electoral, pero también la ciudad con mayor infraestructura y servicios del departamento; en donde usualmente se enfocan las inversiones de la Gobernación.
Adquisición de equipos para los puestos de salud alejados a los cascos urbanos; obras viales y de otras infraestructuras como pozos artesianos en compañías olvidadas; mobiliarios y refacciones que llegan también a las escuelas rurales. Guairá no es solo Villarrica y esta es la primera administración que parece entenderlo.
Esto y más se vio en Guairá en los primeros 100 días de gobierno. Es un periodo clave, cierto, aunque se necesita más tiempo para tener una imagen real de una gestión. Y es que en este departamento estamos acostumbrados a la inestabilidad política, a muchos gobernadores que cambian bruscamente de timón y abandonan los proyectos de sus antecesores.
Hoy vemos una fructífera agenda que puede seguir creciendo en beneficio de todos los guaireños. Claro… siempre y cuando se siga así en el 95% restante del mandato.