La feria es mucho más que una exposición estática de librerías y editoriales con su oferta de libros. Es un espacio motivante, que alienta a la curiosidad por descubrir ese apasionante mundo contenido en cada obra, en cada ilustración, y en una oportunidad de conocer y vivenciar experiencias en contacto con autores, editores, de sumergirse en el mundo de la escritura, desmitificando un poco la idea de que la literatura es actividad de seres extraños y ajenos.
Cuántos visitantes de la Libroferia en estos años no habrán salido fortalecidos en su idea o sueño de expresarse a través de la escritura y ver sus pensamientos y sus ideas materializados en el papel. Cuánta responsabilidad tendrá el concurso de cuentos para jóvenes que se realiza en el contexto de la feria, precisamente para motivar y alentar la producción literaria, una actividad todavía precaria y aislada en nuestro país.
La Libroferia nació hace 19 años, con la revolucionaria idea de promover la lectura, de fomentar el hábito de leer como estrategia de liberación de las cadenas de la ignorancia, con el propósito de promover el espíritu crítico.
Espíritu crítico como herramienta indispensable para el desarrollo de una sociedad en democracia. Superador de ese concepto de sociedad marcada por el caudillismo autoritario y demagógico, hipócrita, alejado de la ética, de la honestidad y del compromiso con el bien común.
Espíritu crítico tan ausente en nuestra sociedad nacional, aquejada de falta de memoria colectiva, que nos lleva a mantener un estado de cosas en el que una “claque” carente de toda dimensión ética en el ejercicio de la política decide y marca el derrotero de nuestro país y nuestro futuro como sociedad.
Como nunca se hace necesario aplicar el eslogan que adoptó la Libroferia para este año, parafraseando al personaje de El Principito, obra literaria a la que se rinde homenaje en la presente edición: “Lo esencial también es leer”.