Las autoridades de turno no pudieron o no quisieron solucionar esta problemática que aqueja al departamento. La población no solo consume agua cruda, sino también debe soportar cíclicas sequías, que hace que la lucha sea por la supervivencia.
El famoso acueducto, que lleva agua desde el río Paraguay, hacia las comunidades del Chaco central, cuando se encuentra funcionando, favorece solo a las familias de esa parte de la Región Occidental, y nada a los pobladores del Alto Paraguay, a pesar de que el agua es bombeada desde Puerto Casado.
Numerosas instituciones públicas y varias organizaciones no gubernamentales gastaron millones en proyectos. Y se consiguió dinero del exterior, sin embargo, la realidad es la escasez de agua en la zona, nada cambió desde hace décadas. Las personas siguen consumiendo agua sin ningún tipo de tratamiento en casi todas las localidades.
Esta aguda carencia es otro de los grandes desafíos para el presidente Santiago Peña y las nuevas autoridades departamentales: hacer realidad el deseo de estas familias chaqueñas de consumir agua tratada, que les ayude a mejorar su calidad de vida, para eso se cuenta con el caudaloso río Paraguay, como una fuente inagotable que se puede aprovechar para el acceso al agua potable.
No se puede permitir seguir observando situaciones dolorosas y deprimentes, sobre todo del interior del Chaco, donde las personas se ven obligadas a consumir agua cruda, o simplemente lodazales durante los largos meses de sequía. Esta situación reduce a los pobladores a tener una vida miserable, que denigra la propia dignidad humana.
Es hora de que el altoparaguayense pueda acceder a mejores condiciones de vida. Consumir agua potable, sin dudas, y tal vez la más importante, es una de estas exigencias.