¿A quién beneficia esta eterna transición de Taiwán hacia la independencia?
Esta declaratoria no ha sucedido y probablemente nuestra generación no lo vivirá, debido a que sobre esta idea -en este país amigo de Paraguay- pesan dos factores conectados entre sí.
La primera: existen tres posiciones distintas a nivel interno, es decir en la misma isla: los que quieren la independencia, los que no (por sus fuertes raíces chinas y porque guardan la esperanza de que “Una China, dos sistema” funcione) y los que prefieren que todo siga igual.
Y el segundo factor del que se comienza a hablar y que sería de mayor peso es que a las potencias del mundo -aunque no lo admiten directamente- les conviene el statuo quo. Allí están Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y la misma Unión Europea.
Taiwán, de alguna u otra manera, pareciera ser “prisionera” de este grupo. No la reconocen con lazos diplomáticos directos, pero hoy la protegen aún más frente a las presiones de China Continental que reclama soberanía sobre la isla autogobernada desde octubre de 1949.
¿Qué tan provecho puede sacar de este contexto el actual gobierno taiwanés bajo liderazgo de Tsai Ing-Wen, la presidenta que debe entregar su último mandato tras las elecciones de 2024?
Ironía, China sigue siendo el principal socio comercial de Taiwán, aunque la considere una provincia rebelde y que espera recuperarla como lo hizo recientemente con Hong Kong.
Entre tanto, nada parece indicar que algo podría cambiar. Y en este estado de indefinición vale apuntar dos elementos claves que hacen de Taiwán hoy un territorio codiciado:
La isla democrática está geográficamente ubicada junto a un paso clave para el comercio mundial: el Estrecho de Taiwán.
Un eventual bloqueo parcial de esta “autopista” marítima -que separa físicamente a Taiwán de China Continental- implicaría el retraso de la cadena de suministros para el comercio global. En tanto, un bloqueo total ante un ocasional dominio de China de estas aguas, significaría un golpe para los mismos países más desarrollados, y ni hablar de otros pequeños mercados como el de Paraguay.
Para que tengan una idea de su altísimo valor, por este estrecho circula poco más del 80% del tráfico mundial de buques cargueros con cientos de contenedores. Tu actual o próximo equipo electrónico o tu automóvil puede que transite por estas aguas.
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El otro elemento. Cerca del Estrecho de Taiwán están los parques tecnológicos de semiconductores que apuntalan la economía y ubican a la isla democrática como un actor clave en la escena del desarrollo tecnológico global, un dato no menor cuando las investigaciones en ese sector avanzan sin pausas.
Taiwán es el principal productor de semiconductores del mundo. Esa “cosita” que necesitan todos o casi todos los productos electrónicos de uso diario.
Apunten este dato TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company). Esta firma taiwanesa concentra cerca del 70% de la fabricación global de chips (según TrendForce), muy lejos de su competidor, la surcoreana Samsung. ¿Imaginan una subsidiaria de TSMC en Paraguay?
Con todo, Taiwán es más poderosa de lo que nos imaginamos y por ello todos buscan sacarle la mejor tajada. Paraguay debe hacer valer su peso como único aliado diplomático de Sudamérica de una súperpotencia tecnológica.
Al final, se trata de una relación “no simplemente política”, como aseguró el canciller nacional Julio Arriola, ante el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken. Más que amistad es de intereses comunes.
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