No juegue con nuestras penas, ni con nuestros sentimientos: el fútbol y la selección son lo único que tenemos como ilusión.
Seguimos contando fracasos y lo reciente; lo de la Sub 20 en el Sudamericano de Colombia es imperdonable, pero el técnico responsable de este nuevo desencanto, Aldo Bobadilla, entiende que renunciar es de “cobardes” y que lo correcto es respetar el contrato alegando la cercanía de otra competencia. O sea, se aferra al cargo con la complicidad de la dirigencia que lo sostiene no solo en la función de entrenador, sino la de coordinador de las selecciones menores.
Así nos va. Esto nos desespera, juegan con nuestros sentimientos, matan la esperanza que tenemos... Usted es el culpable...
Buscar argumentar el fracaso con la falta de jerarquía de los jugadores, a los que él eligió, a que les falta mayor presencia en los equipos de Primera y que es lo que la matriz del fútbol propone.
El tiempo de preparación fue lo suficiente como para un mejor resultado y no último en la tabla. Pero una vez más nos quedamos lejos del Mundial de la categoría y no lograr el objetivo no fue porque la fase decisiva de la competencia se jugó en una sede la que no nos era conveniente. Tal vez era favorable al anfitrión, pero todos jugaron sobre el mismo gramado y dificultades.
Entender que se fracasó y renunciar no es de cobardes. Lo contrario, es asumir la responsabilidad y tomar las maletas e irse. Usted es el culpable, pero dicen qué hace una mancha más al tigre...
Tampoco es convincente decir que se logró la clasificación en un grupo en el que otros eran los candidatos. Cuesta entender a la dirigencia de la APF cómo deja pasar este nuevo imperdonable fracaso. Fueron nueve partidos, de los que solo dos se pudieron ganar en la fase previa y después arrancar el verdadero torneo con empate frente a Venezuela, el rival directo al que se tenía que ganar apostando a una de las cuatro plazas de la Copa del Mundo de la categoría. Luego se hilaron cuatro derrotas, tres tal vez predecibles, pero llegar a la última jornada aún con chances de clasificar pese a la pésima campaña en el Hexagonal final y ni siquiera tener la valentía para hacer frente a esa posibilidad: es FRACASAR.
No se le pudo ganar a Ecuador, que llegó en peores condiciones que el equipo de Bobadilla al partido decisivo y termina logrando el objetivo. Esto es fracasar y esa imagen de Diego González reclamando ser cambiado después de marcar el gol de la esperanza quedará solo como anécdota.
Otro desencanto más con la selección juvenil, que con los de la mayor se van agregando a una foja nada limpia de la dirigencia. La complicidad del fracaso también se debe apuntar y no dejar pasar. ¿Hay temor en salir a decir eso o simplemente acomodarse a favor del viento? Se debe romper ese silencio cómplice y no quedar con la boca cerrada, el tiempo siempre se encarga de poner las cosas en su lugar. Tarde o temprano llega la sentencia...
Seguimos avanzando en el tiempo, pero la mejoría no se ve. Otra cosa, se es dirigente de fútbol decidido a lograr éxitos o se es político, o peor estar rodeados de estos.
Usted es el culpable de este nuevo fracaso que genera otro desencanto más, y que se sigan sumando quebrantos no nos hace bien.
Usted es el culpable... Al que le quepa el sayo que se lo ponga... Con seguridad no solo uno es el responsable, se tuvo que decir estas cosas y se dijo... Si hay que tomar decisiones, que se tomen.
Perdón, Luis Miguel...