Los que más hacen daños son los políticos, pero, no es menos verdad que no tienen toda la culpa, pues sobreviven del pueblo, por el voto que el mismo pueblo les otorga. Cada político solo batalla por mantener sus liderazgos en base al zoquetismo y ubicar a sus hurreros en cargos. Así demuestran su poder, lejos de unir fuerza para impulsar desarrollo.
Cae el departamento de San Pedro y no existe un líder que pueda aglutinar fuerza en pos de la unidad y del trabajo. Los colorados están sumidos en esa pelea a costa del pueblo, imponiendo a sus leales en los cargos públicos, la oposición está debilitada, también con vicios de los colorados. Anteriormente, la Iglesia católica era la voz del pueblo y de la sana rebeldía, pero se refugian en ser más conservadora. Se refugia en el rol pastoral en las iglesias, sin pastorear en las periferias, para acarrear las ovejas descarriadas al rebaño y mostrar el camino a seguir.
Mientras la sacrificada población deambula en la pobreza franciscana, y cada vez se diluye más esa paciencia de artesano, esperando el despertar sampedrano.
La falta de líderes positivos y la falta de credibilidad en la corrupta e hipócrita clase política, ante una Iglesia Católica conservadora, con líderes sociales sumidos en la decadencia y al igual que los políticos partidarios, sin gozar de credibilidad, condenan a la decadencia.
A esto se suma, la sectorización partidaria de los entes públicos, como la región sanitaria, que desde la dirección se ocupa más de la presencia en actos partidarios. Así se convierten en simples aduladores buscando votos a sus “líderes”, similar situación se da en todas las instituciones públicas.
La región se debate en medios de precariedades, con la salud en terapia, una aplazada educación en medio de tremendas precariedades, sin plan de desarrollo y menos acciones concretas a favor de la agricultura familiar campesina, pero jaha hese hina.
Existen dos opciones, una es que aparezca algún líder positivo que una las fuerzas, rebelde ante las injusticias sociales, pero ndaipori hina y la otra es que “el pueblo” se organice y muestre el camino con grandes movilizaciones y reclamos, impulsados por las necesidades reales y objetivos claros para el desarrollo. Y cierro esta mirada panorámica de nuestro departamento con la frase popular, esperanza na havei ha consuelo ndaitujui