Desde ya la ciudad recibe semanalmente a cientos de turistas y visitantes de todas partes por el gran atractivo que ofrece la construcción de la nueva costanera a orillas del río Paraguay y el arroyo Ñeembucú.
Pero existe un mal dentro de la sociedad y que las autoridades deben extirpar: la violencia que generan los jóvenes en las calles después de cada acontecimiento social. Pareciera que se puso de moda desde hace un tiempo, que después de cada acontecimiento, fiestas de bodas, 15 años o de egresados, los jóvenes (alcohol y drogas de por medio) se tomen a trompadas por las calles.
Esta vez, en la madrugada del 1 de enero del nuevo año 2023, varios jóvenes se pelearon en la calle, a orillas del arroyo Ñeembucú, mientras que otro grupo lo hizo en la nueva Ruta PY-19 tramo que conecta con la ciudad de Alberdi. Estos hechos bochornosos dejan muy mala imagen a la ciudad, porque los ciudadanos pilarenses suelen ser muy pacíficos y tranquilos.
La policía tampoco contribuyó en este caso para evitar el hecho lamentable, solo se atinó a decir que fueron sobrepasados en cantidad y por lo tanto no pudieron despejar la ruta y que tampoco recibieron denuncias de hechos de violencia. ¡Vaya! que gran trabajo de la institución que debe velar por el orden público.
Si las autoridades pretenden que Pilar se convierta en un punto turístico estratégico, deben comenzar a trabajar en un plan de acción para extirpar este mal, porque bien sabemos que los hechos de violencia tienen un impacto negativo para la economía en la ciudad.
Es necesario encarar un trabajo desde todos los ángulos y principalmente que el establecimiento sanitario de “Salud Pública” le dé prioridad al estado de la salud mental de las personas, hasta identificar los factores que producen o reproducen las violencias arraigadas socialmente.
Los ciudadanos necesitan vivir en armonía, paz, tranquilidad y no en una sociedad que solo destruye; no construye ni contribuye para el desarrollo ni el bienestar del pueblo, a causa del alcohol, drogas y violencia.