Tierra de nadie

Un pedazo de Encarnación se convirtió en tierra de nadie. Es el sector de acceso al puente San Roque González de Santa Cruz, un tramo de no más de 300 metros dominado por algunos buscavidas que “administran” la fila de vehículos en espera para cruzar la frontera.

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Estos “gestores de fila” usurpan funciones de agentes de tránsito, incluso de la Policía Nacional. Se toman la atribución de controlar el tráfico e ingresar a la columna de vehículos a conductores a cambio de alguna suma de dinero.

Similar actuación observan algunos “paseros” dedicados al contrabando hormiga de combustibles desde Argentina, quienes ahuecan la fila delante de sus vehículos para permitir el ingreso de algún colega. Esto lo hacen incluso sobre la calzada del puente, o en la fila para salir de Posadas. Más de un conflicto se originó por esta causa, algunos hasta con enfrentamientos a golpes.

Si a esto le sumamos la proliferación de “cuida-autos” y vendedores de limpiaparabrisas que asedian a los turistas, los puestos informales de comida dispersos por la zona, y la suciedad por doquier, tenemos como resultado una imagen de ciudad caótica, desordenada, sucia, insegura y violenta. Un mejunje de situaciones que poco favor hace a una ciudad que se precia de ser uno de los más importantes destinos turísticos del país.

Todo esto ocurre ante una inexplicable desidia de las autoridades locales, quienes se tiran la pelota sobre a quién corresponde tal o cual área de intervención. Tanto la Policía Nacional, la Policía Municipal de Tránsito y la Patrulla Caminera, tienen competencia en esta vía de acceso que forma parte de la ruta nacional PY06, pero todos se lavan las manos. Incluso las autoridades nacionales vinculadas con las relaciones diplomáticas tienen su grado de responsabilidad en el tema, por no tener la capacidad de acordar con sus pares argentinos una mecánica de cruce ágil del puente internacional.

Parte importante de la economía local se sustenta en el turismo de compras, pero las condiciones con que recibimos a los turistas no es precisamente la de una ciudad amigable.

Es inaceptable que, so pretexto de falta de recursos, las instituciones encargadas de la seguridad y tranquilidad ciudadanas se mantengan de brazos cruzados mientras unos cuantos avivados, esgrimiendo condiciones de pobreza y necesidad de trabajar, asedien a los pasajeros y violenten las normas de convivencia pacífica con total impunidad.

jaroa@abc.com.py

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