La inseguridad no perdona

Eran cerca de las 4:00 de la mañana. El efecto de los sedantes en los pacientes permitía el descanso en la sala de Traumatología del pabellón de Emergencias Médicas (ex-Traumas) del Hospital Regional de Ciudad del Este. Con las luces apagadas, todos aprovechaban para dormir, los internados en las camas y sus familiares en el piso.

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Valiéndose del silencio y la oscuridad, dos delincuentes ingresaron y empezaron a juntar los celulares de pacientes y sus acompañantes, hasta que una de las víctimas notó la presencia de los ladrones y pidió auxilio. Los sujetos escaparon llevándose varios aparatos.

Pero este no es un caso aislado, en una ocasión anterior dos enfermeras que hacían guardia en el pabellón Pediátrico fueron asaltadas a punta de arma de fuego y despojadas de sus pertenencias; mientras que en otro episodio se robaron un lote de insumos y una alcancía de los trabajadores de la sala de Pediatría.

A esta nómina de hechos delictivos se suma la más común y frecuente, el hurto de automóviles y motocicletas de las inmediaciones del hospital, que afecta a médicos, enfermeros, personal administrativo y pacientes. No hay discriminación.

Estamos hablando de una situación de inseguridad que tiene un condimento de desgracia, considerando que las víctimas –casi siempre– son personas de pocos recursos económicos, que a duras penas tienen dinero para comprar un medicamento o costear un estudio.

Como si fuera poco que la salud pública mendicante tenga a las familias desesperadas, a esto se suma la inseguridad que no perdona ni siquiera a los más pobres.

El doctor Federico Schrodel, director del Hospital Regional, se pronunció al respecto y recordó que en reiteradas ocasiones solicitó a las autoridades la presencia policial, pero que no hubo respuesta. Un detalle no menor es que frente al acceso trasero del centro médico se encuentra una sede policial, cuya presencia pasa totalmente desapercibida o es nula.

Mientras aumenta la sensación de inseguridad –en todas partes incluyendo hospitales– la Policía Nacional del Alto Paraná se ha destacado a lo largo de este 2022, pero por contar en sus filas con agentes corruptos e involucrados en hechos delincuenciales.

A tres meses de su asunción, los directores departamentales de la Policía no han demostrado capacidad en proponer soluciones reales a las peripecias de inseguridad que atraviesa la ciudadanía y en especial los usuarios del “hospital de los pobres”.

La seguridad no se expone en “actos protocolares”, se trabaja con la comunidad, sacando a los policías a las calles e implementando políticas efectivas y aplicadas con responsabilidad. Lo que esperamos es un trabajo serio que garantice la seguridad, pero si eso ni siquiera se puede lograr resguardando un hospital, qué será todo el departamento.

patricia.alvarenga@abc.com.py

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