Feliz Navidad

Los occidentales estamos celebrando hoy esta fiesta cristiana, la Navidad, que trascendió al cristianismo y se convirtió, ahora más que nunca, en un símbolo de nuestra cultura.

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Es, tal vez, la fiesta por excelencia de la familia y del amor familiar: Los símbolos cristianos de la fiesta, la celebración de un nacimiento por los padres del nacido y su comunidad cercana, son una imagen aspiracional para millones de personas, creyentes o no.

También es la fiesta del desprendimiento y la generosidad, la entrega de regalos es su manifestación, tradición incorporada desde las Saturnalias romanas, que celebraban dicha fiesta en los días previos y posteriores al solsticio de invierno (boreal), con sendos presentes para los seres queridos.

Tal vez pueda decirse que la Navidad representa una de las más logradas fusiones, y existen muchas, de la visiones cristiana y grecolatina de la vida en lo que denominamos común y convencionalmente “Occidente”.

Occidente es una enorme y fantástica construcción cultural, es un proceso liberador para los seres humanos, es la meta de los oprimidos, la esperanza de los explotados, es la civilización que terminó con la esclavitud, la que nos dio la libertad, la democracia, los derechos humanos, el pluralismo, la diversidad, la oportunidad de la riqueza, la expansión del bienestar.

Occidente es esa idea que siempre pretende superar las penas humanas, que no acepta el fatalismo, ni la resignación, que tiene fe en la humanidad, que no se amilana ante los profetas del apocalipsis, ni ante los sacerdotes del odio, ni ante los agentes del maltusianismo, ni ante los empresarios de la censura y las restricciones.

Allí estamos nosotros, los paraguayos, buscando todavía un lugar más importante, pero seguros de los beneficios que para cada uno de nosotros implica vivir libres y sin miedo, en la consecusión de nuestras aspiraciones materiales.

Los obstaculos fueron y siguen siendo grandes; la resistencia de los malos, de los privilegiados, de los dogmáticos, de los fanáticos, de los amargos que detestan la felicidad y la alegría, fue y sigue siendo importante, siempre tratando de retrotraer a la Humanidad al oscurantismo.

Y es cierto que el camino no fue lineal, pero también es cierto que desde Solón, Clístenes y Epicuro la ruta estuvo clara y que fue recorrida incansablemente por millones y millones de seres humanos en busca de mejor destino.

Por eso los occidentales celebramos la Navidad, porque es una feliz asociación de la grecolatinidad con la cristiandad, que tiene la virtud de no requerir otra liturgia que la buena voluntad, lo que explica, de paso, por qué la esta fiesta de Occidente está expandida por toda la Tierra: Lo que ella expresa forma parte de la naturaleza humana.

Así que muy feliz Navidad y que disfruten de la familia, del amor, de la libertad.

evp@abc.com.py

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