Las denuncias por violencia no siempre son tomadas en serio lo cual deja a las víctimas a merced de sus agresores. Esta dinámica se replica en otra de las formas de violencia que últimamente han sido visibilizadas: el acoso en el entorno laboral.
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Si bien es cierto que se han tomado medidas para a los denunciados, igualmente se han tomado represalias contra quienes han “osado” denunciar. Así, hoy algunas de las denunciantes están “en la calle”. Estos y otros asuntos han sido abordados en el manifiesto del #25NPy que cerró la multitudinaria marcha por el “Día Internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer”, el pasado viernes 25 de noviembre.
Este tipo de marchas nos llevan siempre a la reflexión; es un entorno en el que vemos a madres, hijas, amigas, trabajadoras, campesinas, miembros de la comunidad LGBT, estudiantes y otros unirse por un día buscando cada visibilizar los problemas que se enfrentan en un sistema fallido que permite que ocurran muertes y otras injusticias porque no se toman en serio la problemática que circunda a estos sectores y lo importante que es atender estos reclamos.
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Existe un discurso de odio por parte de algunos sectores, en especial de los políticos ultraconservadores, que buscan confundir los fundamentos de una política de protección a los derechos y de acceso a la educación igualitaria que nada tienen que ver con las falacias que propugnan con la intención de mantener a la sociedad en un oscurantismo y de la que sacan provecho en cada temporada electoral.
Hay que entender, como lo remarcó el manifiesto, que defender la perspectiva de género, el enfoque de derechos y la interseccionalidad como herramientas de políticas públicas no son un crimen. Estas buscan acabar con la violencia y la desigualdad en el país. Mientras no se entienda eso seguiremos teniendo víctimas de un sistema fallido regido por el discurso de odio, basado en la ignorancia y el fundamentalismo.