Que no nos dejen sin armas

En un foro sobre la Zona de Triple Frontera (ZTF), que se realizó en mayo de este año en Ciudad del Este, Brian Skaret, fiscal federal y consejero del Departamento de Justicia de la Embajada de los Estados Unidos, contó la historia de cómo Chicago pudo combatir el crimen organizado en los años 30. Esperaba que hablara de un plan de inteligencia, alguna herramienta tecnológica u otra herramienta con un millonario costo. ¡Pero no!, dijo que lo único realmente efectivo contra el crimen organizado es la honestidad de fiscales, jueces, policías que no acepten coimas ni favores de criminales.

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Es decir, el verdadero problema de una ciudad o un país sumido en la delincuencia es principalmente a causa de la corrupción. Y cuando hablamos de criminales no solo nos referimos a grupos armados que trafican drogas, asesinan a inocentes y cometen millonarios robos, sino los criminales que sin pudor se embolsan recursos públicos, provocando la muerte lenta de miles de compatriotas a quienes se les roba la oportunidad de una vida más digna, mediante educación, salud, oportunidad laboral, entre otros.

Más que nunca en estos días me resonaba en la cabeza aquella ponencia de Skaret, cuando el periodista Juan Carlos Lezcano y la directora de este medio, Natalia Zuccolillo, fueron sentenciados a una condena por revelar presuntas irregularidades en la contratación de un servicio pagado con recursos públicos.

Cómo vamos a desterrar la criminalidad de este país, si estamos utilizando el Poder Judicial como garrote contra medios de prensa y periodistas que buscan sacar a la luz el nefasto manejo de los recursos públicos.

Los medios de comunicación cumplen una función fundamental en la lucha contra la corrupción, esa corrupción que nos destruye como sociedad y país. De seguir así nunca lograremos salir de este oscuro túnel de la corrupción y estamos lejos de lograr lo que Chicago logró en los años 30 porque como lo dijo Skaret, necesitaremos honestidad y es lo que menos hay en los políticos y las autoridades de este país.

Esperemos que esta condena sea solo un “cháke” y que no sea confirmada por ninguna otra instancia, de lo contrario sería un gran retroceso en la lucha contra toda forma de criminalidad en nuestro país. Sería como dejarnos sin un arma fundamental en la lucha contra la corrupción.

Además será un nefasto precedente para nuestra aún muy débil democracia. No permitamos que nos dejen sin armas para luchar contra la corrupción.

teresa.fretes@abc.com.py

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