Pero desde hace varias semanas Antonio Fariña ya no puede salir de su vivienda y sobrevive junto a su esposa y a su hija de un año vendiendo ensaladas de frutas frente a su casa.
El hombre había perdido su cédula de identidad en el año 2017 en el barrio Molino en Luque, y desde ese momento su vida se vio atormentada de tanto en tanto por diferentes motivos.
Usando esa cédula una pareja de estafadores retiró un vehículo a su nombre en el 2020 en Carapeguá y no lo pagó.
Esto le valió un proceso por estafa en el que tuvo que demostrar que perdió esa cédula y en el que tuvieron que recurrir a un peritaje de firmas para que finalmente la fiscal Teresa Sosa lo sobreseyera en el caso en el que la víctima que vendió su vehículo a la pareja finalmente lo pudo recuperar pero totalmente desarmado.
Antonio pensó que el tormento había acabado, pero hace algunas semanas la pesadilla volvió.
La misma pareja de estafadores conformada por Sergio Lugo y Karen Franco utilizó su nombre para emitir una factura con la que simuló una venta en un local comercial que tienen en Itauguá, para justificar el despojo de unos 25 millones de guaraníes a una comerciante de Carapeguá, utilizando la tarjeta de débito que un cómplice, aún no identificado, había sustraído del vehículo de la víctima.
Por esa sola factura emitida a su nombre y porque los estafadores lo mencionaron como quien compró la carne, Antonio Fariña fue imputado por la fiscal Betti Brítez quien pidió y consiguió su prisión preventiva mediante una decisión del juez Guillermo Ortega.
Los únicos elementos objetivos por los que la fiscal Brítez formuló la imputación y el juez Ortega la admitió e incluso dispuso la prisión preventiva del hombre son una factura emitida a su nombre y la declaración de dos personas con antecedentes que ya habían involucrado a la misma víctima un par de años atrás.
Antonio tuvo que demostrar a través de grabaciones de cámaras de seguridad que en el mismo día en el que se cometía el fraude contra la comerciante él se encontraba en Luque, agregando sus antecedentes como víctima de la misma pareja de delincuentes y su sobreseimiento por la fiscal Sosa.
Pese a ello, el juez Hilario Bustos solo le otorgó la prisión domiciliaria y no la libertad ambulatoria, condenándolo a seguir preso dentro de su casa e impidiendo que pudiese salir a seguir ganándose el pan diario por la naturaleza de su trabajo.
Lo paradójico es que la pareja protagonista del fraude ya acordó con la víctima y comenzó a devolver el dinero defraudado, mientras Antonio Fariña espera que el sistema funcione y lo pongan en libertad para poder volver a trabajar para mantener a su familia.
El nuevo fiscal del caso es Darío Villagra, quien alega que el sistema informático no está unificado con el de la policía y que por ello depende de que sea una vez más la abogada del hombre quien demuestre que el perdió su cédula de identidad.
Como si fuese poco Antonio Fariña nos decía esta semana en la 730AM que hace unos días lo visitó en su casa una nueva víctima de la pareja de estafadores, quien reconoció al hombre que aparece robando la tarjeta de débito de la comerciante, como quien utilizando una copia de la cédula de Antonio le entregó un vehículo y cinco millones de guaraníes a cambio del suyo, con el detalle de que el vehículo entregado era uno de alquiler que fue reclamado por su legítimo dueño hace un par de días.
Un nuevo fraude en el que, por lo menos por ahora, Antonio Fariña no está procesado por el sistema, ese maldito entramado institucional de culpas, irresponsabilidades e inacciones compartidas que arroja como resultado en este caso una nueva y aberrante historia.