Un presidente irresponsablemente ausente en un momento crucial y un Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sin gestión eficaz asoman a la hora de buscar culpables de este acto que parece volverá a ser fallido como el censo del 2012.
Se podría decir que la presencia de Abdo no era imprescindible a los fines prácticos, pero sí a los fines morales para acompañar a una ciudadanía que una vez más apoyó acatando la disposición de quedarse en casa.
El INE informó que la cobertura urbana fue del 84,2%. En zonas rurales está por verse. La cobertura mínima para que el resultado de un censo sea válido es del 90%. Se dijo que en zonas urbanas no censadas habrá una “etapa de recuperación”, cosa dudosa: la población ya está descreída.
Lo patético es que no se aprendieron las lecciones del 2012, cuando hubo también gran desorganización y serias sospechas de corrupción: se llegó a humillar a los censistas que durante meses recorrieron pasillos en pos de cobrar sus escuálidos viáticos. En aquella ocasión se utilizó, por primera vez, la tecnología, con unos smartphones en los que se consignaban los datos. Varios censistas, al no recibir su pago, comenzaron a ofrecer en venta dichos aparatos.
En el 2022, por lo observado, el tema de los censistas volvió a ser muy mal encarado. No hubo liderazgo institucional ni estímulo emocional ni logístico para entusiasmar a todos los candidatos. Muchos jóvenes tuvieron conciencia plena de la importancia de su función y cumplieron. Otros no sintieron que hubiera el apoyo que necesitaban para tamaña responsabilidad y simplemente no asistieron a sus puestos asignados.
Además, se notó falta de preparación adecuada en buena cantidad de chicos y chicas. Y esto es de absoluta incumbencia de las autoridades del INE. Para algo tan trascendente no bastaba una reunión informativa de algunas horas. Y el INE dispuso de fondos suficientes (43 millones de dólares) para encarar una preparación de calidad, para la formación de censistas de calidad imbuidos plenamente de su papel trascendental en un momento histórico del país.
Es poco creíble que se llegue al 90 por ciento de cobertura total en este censo. Es decir, probablemente tengamos un nuevo censo inválido, como fue el del 2012. Entonces tendremos 30 años sin datos poblacionales fidedignos, pues el próximo censo será en el 2032. Inoperancia pura y, por qué no decirlo, severas sospechas de corrupción.
En el 2012 fue el gobierno liberal de Federico Franco; en el 2022, el gobierno colorado de Abdo Benítez. Tal vez en el 2032 tengamos algún gobierno mejor para un censo válido. Para ello, también, los ciudadanos debemos aprender a elegir mejor.