Hacia un campo minado

Cualquiera que tenga cerca a un adolescente sabe lo complicado que puede resultar encaminarlo hacia una vida lejos de los peligros como las adicciones, la criminalidad o las enfermedades. Sin embargo, todo esfuerzo vale la pena para mantenerlos sanos y salvos.

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Si para un adolescente rodeado de adultos que lo apoyan y lo cuidan igual resulta complicado salvaguardarse de los peligros cotidianos, imagínese a lo que debe enfrentar uno que se encuentra totalmente solo.

Ese es el caso de una adolescente de 15 años, quien vivía en un inquilinato sola, quien debía encargarse totalmente de su vida. Lastimosamente, su fin fue trágico, pues fue encontrada muerta, tras ser torturada, en la noche del viernes pasado en Ciudad del Este.

Se escucharon comentarios de todo tipo que trataron de responsabilizar a la propia víctima de su muerte, “por propiciar” una situación que la llevó a su muerte. Nada más errado de culpar a una adolescente de la vida que llevaba, pues quien la puso en esa situación fueron los adultos que de una u otra forma no la encaminaron hacia una vida menos peligrosa.

Como sociedad, tenemos demasiadas deudas con la población joven. Les estamos empujando hacia un campo minado y con los ojos vendados. No se les da la oportunidad y el apoyo suficiente para enfrentarse a un mundo cada vez más en decadencia.

A la juventud se le considera como “el futuro”, pero se hace poco o nada en darles las condiciones necesarias para realmente tengan un porvenir que contribuya con su bienestar y a la vez se convierta en un protagonista positivo de la sociedad.

Lastimosamente, los problemas de la juventud, la falta de oportunidades laborales y de estudio no forman parte de los debates parlamentarios ni la agenda política de nuestro país. Y no se trata de pensar en un mecanismo simplista de educación gratis para todos sino de generar condiciones que les permita desenvolverse como actores activos de la sociedad.

Es muy fácil culpar a los jóvenes, lavarnos las manos y dejar que esto empeore cada día pero, si no hacemos nada para cambiar esta situación, seguiremos lamentando con mayor frecuencia, los finales con tragedia como el que tuvo la joven de 15 años, en Ciudad del Este.

tereza.fretes@abc.com.py

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