Es muy benigna la medida tomada contra el ministro de Justicia y la directora de la cárcel de mujeres, responsables directos de lo ocurrido. Sacarlos del cargo es insuficiente. Tiene que haber alguna figura jurídica por la que se los pueda procesar. El daño moral que causaron es inmenso como irremediable.
Carmen pretendió, y lo hizo, despedir con honores a su hermano Osvaldo Villalba. ¿Cuáles son los méritos del “comandante”? ¿Es una virtud secuestrar a la gente, asesinarla, robar, destruir implementos agrícolas, perseguir a los productores? ¿En nombre de qué? ¿Con cuál justificativo? ¿La revolución? ¿Qué revolución es esa que se reduce a un simple acto terrorista? ¿Alguien sabe la propuesta revolucionaria del grupito que se hace llamar “Ejército del Pueblo Paraguayo”? ¿Ejército 20 ó 30 personas que se dedican a toda suerte de delitos? ¿Qué futuro tiene este “ejército” en su “lucha revolucionaria”? Ninguno, seguir matando y secuestrando a personas inocentes hasta que les llegue el turno de caer de a uno o todos juntos por las fuerzas del orden.
Los miembros del EPP son jóvenes que pueden aportar con la fuerza de sus brazos a la producción agrícola, al bienestar familiar, de su comunidad. Vivir como viven, hacer lo que hacen, pensar lo que piensan, solo tendrán consecuencias indeseables junto con el desprecio de la población, harta de tanta violencia sin sentido.
¿Representa el EPP la necesidad de justicia social? ¿Es el efecto diabólico de una situación económica ignominiosa, humillante, degradada?
Los empresarios agrícolas suelen expresarse con dureza contra la acción criminal del EPP porque instala en el campo la violencia y la imposibilidad de un trabajo en paz. Ahora bien ¿qué hacen tales empresarios porque el país y su gente mejoren? ¿Procuran disminuir los efectos del abandono de agricultores e indígenas para que no se vean tentados a tomar las armas?
En su edición del miércoles, el diario español “El País” incluyó un amplio reportaje sobre el medio ambiente en Brasil, Argentina y Paraguay. Señala: “El hambre del mercado global por la carne vacuna, soja y cereales están propiciando la depredación de uno de los ecosistemas más ricos de América del Sur”.
Los reporteros ofrecen estos datos del municipio Raúl Peña que parece “una diminuta balsa flotando en un océano de cultivos de soja, trigo y maíz. En esa inmensidad de cultivos con diversas formas geométricas agonizan islitas de árboles y contadas comunidades rurales habitadas por unas pocas familias de agricultores: son algo más de 9.000 habitantes en un territorio de 22.500 hectáreas, de las cuales 13.000 son tierras de la agricultura en gran escala”.
El intendente local dijo a los periodistas que la comunidad “antes tenía muchos más habitantes”.
A continuación nos cuentan: “Este pequeño distrito del departamento de Alto Paraná, en Paraguay, es solo un ejemplo de cómo en los últimos 20 años las grandes topadoras –zancudos de hierro con palas de hasta siete metros de largo y tres de ancho- y las potentes motosierras arrancaron y cortaron árboles, plantas, arbustos...”
¿Dónde se fueron los habitantes de Raúl Peña y de otros muchos distritos, arrasados por las máquinas? Es posible que muchos de ellos estén en la venta de manzanas en las calles o limpiando parabrisas en las esquinas o disponiéndose a integrar una asociación criminal.
Lo vivido en el Buen Pastor no fue un error sino una torpeza, además, ejemplo de la debilidad del gobierno que cede ante el chantaje. Tenemos EPP para rato, no así la deforestación porque la selva se muere. La selva deja la vida por la soja y los vacunos.