Párrafos olvidados de Asunción

Los términos elogiosos y buena impresión que se llevaron atletas y turistas de Asunción tras los Juegos Suramericanos rescatan lo guardado en lo más profundo de su ser.

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Asunción mantiene su espíritu hospitalario que la ha caracterizado desde los tiempos de la fundación. Esa amabilidad está en los genes de la ciudad y su gente. Los conquistadores españoles se quedaron aquí porque los carios, los nativos, dueños de estas inmensidades, les proveyeron de alimentos y cedieron su territorio para el establecimiento del fuerte de Nuestra Señora de la Asunción.

Otro factor determinante para la consolidación como centro de la empresa colonizadora fue la benignidad del clima y fertilidad del suelo. Si don Pedro de Mendoza hubiera llegado hasta aquí, desde un primer momento, quizás no hubiera padecido los rigores del clima que después lo llevaron a la muerte. Mejor suerte tuvieron los pobladores de la primera Buenos Aires cuando en 1541 fueron traídos por orden de Domingo Martínez de Irala y así quedar a salvos de la muerte y desolación que los acechaba por la hambruna, los rigores del clima rioplatense y la hostilidad de los nativos.

Aparte del show de Tiríka, las virtudes de Asunción resaltaron en cuanto a la hospitalidad de la población -hasta los chespis y malandrines dejaron de hacer sus fechorías- y el clima se comportó, aunque se escuchó por allí que los visitantes experimentaron las cuatro estaciones en quince días.

En una pequeña revista, gentileza del doctor Daniel Ferro, titulada Asunción con el acápite de Ciudad Madre de Ciudades editada el 15 de agosto de 1958 por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones y la Dirección General de Turismo se guardan varios párrafos olvidados sobre la capital Paraguaya y que la equiparan con el Paraguay mismo: poemas históricos, bellas prosas, breves relatos y nobles comentarios hechos por historiadores, religiosos, poetas y visitantes sobre Asunción.

Monseñor Aníbal Mena Porta destaca que “... Asunción, asumió su misión histórica, con el vigor de una madre pródiga como pródiga fue la verde y risueña campiña salpicada de flores en que fue fundada”.

“Considerando todo, se tiene que confesar que el clima del Paraguay, como el de pocos países, ofrece todas las condiciones para asegurar a una población trabajadora óptimos frutos de su aplicación, siendo sin duda alguna uno de los más saludables y agradables que se conocen sobre la tierra”, afirmó Henry Mangels, un alemán llegado al Paraguay tras la Guerra de la Triple Alianza en 1870, y que fue quien precisamente construyó la quinta Iduna, hacia 1890, que se mantiene en predio de la Secretaría Nacional de Deportes. Mangels era un sabio y conocedor de la botánica y el clima. Lastimosamente, la hospitalidad para él no fue la mejor, pues murió asesinado por su jardinero, según datos reproducidos en la fan page Paraguay de Antes.

La pequeña revista de Asunción también resalta una sentencia del sabio Moisés S. Bertoni: “la frescura de las noches es una de las características del verano paraguayo. El invierno paraguayo es una estación tan bella y placentera para los naturales como para los extranjeros. (...) Una comisión de sabios no hubiera podido escoger una temperatura media más agradable”. Bueno, convengamos que no se hablaba del cambio climático.

Matías Alonso Criado, jurista español radicado en el Río de la Plata desde 1874, sentenció: “Las mañanas y las noches son siempre frescas, la temperatura cambia frecuentemente y rápidamente pero sin hacer sufrir el organismo humano como sucede en otros países. Bajo el punto de vista higiénico, el Paraguay se ha convertido en el Sanatorio del Río de la Plata (como en Europa Niza) por sus inmejorables condiciones de salubridad...”.

Y mucho antes que todos, Félix de Azara decía que “el Paraguay es el país más sano del mundo”.

Por la salud de Asunción debemos devolverle su Centro Histórico, su Parque Caballero y sus Plazas libres de ocupación. Una deuda que lleva décadas de prosas olvidadas y promesas incumplidas.

pgomez@abc.com.py

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