Aprovechar los Juegos

Ya con un aire de nostalgia por el fin de los Juegos Sudamericanos, un entusiasmado amigo me escribió que lo mejor que dejaron éstos es que a partir de ahora todo el mundo va a querer hacer deportes.

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Lamenté hacer el papel de villano e interrumpir abruptamente su entusiasmo para recordarle la realidad de que para apuntalar esas ganas e interés colectivo deben haber proyectos con incentivos que canalicen toda esa energía, espacios públicos y privados que fomenten esas prácticas, y organizaciones estatales y privadas que se involucren, permitiendo consolidar lo que conocemos como cultura deportiva.

Le recordé además falta de apoyo a miles de atletas que deben trabajar en otra cosa y buscar algún hueco en sus horas libres para poder entrenar, con historias de vida que nos mostraron a atletas nacionales saliendo del trabajo para ir a ganar una medalla o a otros teniendo que dejar estacionado el ómnibus que manejan diariamente para poder participar de la competencia.

De lo que no se puede dudar es que los juegos fueron también una excelente muestra de que cuando existe organización, una actividad atractiva, precios accesibles y condiciones de seguridad para los participantes, la gente decente se apropia de la actividad y la transforma en una fiesta popular.

Vivimos ese ambiente durante el Bicentenario al ver a las familias apropiarse de las calles y otros espacios públicos habitualmente abandonados y entregados a la marginalidad, y lo volvimos a vivir durante estas dos semanas, no solo en los predios de las competencias sino en muchos otros espacios que se generaron para aprovechar la presencia de miles de visitantes.

Fue sencillamente genial ver a tantas familias, amigos y compañeros disfrutando de las diferentes competencias en un espectáculo que nos unió, cuando menos temporalmente.

Qué importante sería que quienes manejan los clubes del fútbol paraguayo se den cuenta de que algo más también se puede hacer para intentar atraer a la gente sana hacia los estadios.

Pero la verdadera prueba tras los juegos viene ahora, comenzando con la infraestructura creada o apuntalada para las diferentes competencias, con la gestión necesaria como para mantener en condiciones los diferentes espacios.

Ya nuestra historia nos recuerda muchos casos de elefantes blancos que se levantaron y luego quedaron convertidos en obras abandonadas y decadentes.

Y para aprovechar todo ese entusiasmo que generó el deporte en estos días hay que involucrar a la comunidad, una de las mejores maneras de hacerlo desde el Estado es a través de los gobiernos descentralizados, principalmente las municipalidades, que bien podrían trabajar coordinadamente con escuelas y colegios de cada distrito junto al Ministerio de Educación, no solo para organizar torneos puntuales, sino sobre todo para apuntalar las prácticas y programas deportivos que se consoliden como actividades estables y permanentes.

Aunque parezca una obviedad, es fundamental recordar que el deporte es salud, no solo física sino mental.

Es una actividad que permite combatir el sedentarismo, forjar la personalidad y el carácter, aprender a trabajar sobre objetivos y entender que nos movemos con reglas que son también las que se aplican para convivir socialmente.

Uno de los mejores argumentos para intentar aprovechar toda esta energía e interés, es que los deportes son también una gran herramienta para alejar a niños y jóvenes de las garras de los narcotraficantes y las adicciones.

Con solo evitar asaltos y otros delitos y crímenes que se cometen para financiar estas adicciones ya podemos encontrar uno de los beneficios directos de insistir con el deporte.

Hay que hacerlo.

guille@abc.com.py

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