¿Qué son las emociones?

Las emociones son un tema relegado por el mundo de la ciencia que siempre le otorgó relevancia a la racionalidad y al intelecto, y han sido bastardeadas por la sociocultura pensante. De la misma manera, neuroanatómicamente el neocortex cerebral sepultó el arquicortex límbico considerado un polo emocional.

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Una característica de nuestra cultura occidental que también está muy instalada en la escuela, ha sido la exaltación de la razón y la lógica como un aspecto intrínsecamente humano. Pero en la actualidad, las emociones se estudian e investigan en su función en la adaptación y supervivencia en el contexto; y esta condicionalidad ambiental no es una definición de emociones novedosa, es tal cual Darwin la describió en su libro Expression of the Emotions in Man and Animals (La Expresión de las Emociones en el Hombre y en los Animales. 1955).

Darwin explicó cómo individuos en diferentes lugares del mundo tienen en común expresiones faciales que reflejan emociones, algunas de las cuales también son propias de los animales. Por ejemplo un lobo, al mostrar sus colmillos, utiliza los mismos músculos faciales que un ser humano cuando se siente enojado o amenazado. La misma fisiología básica de las emociones se ha conservado y se ha utilizado infinitamente en el curso de la evolución de las especies. De acuerdo con el carácter universal de este fenómeno, Darwin formuló la hipótesis de que las emociones son la clave para la supervivencia del más fuerte.

Las emociones son un factor de alta complejidad puesto que involucran variables de interacción social (ya que se producen de manera espontánea en todas las situaciones), cognitivas (las emociones pueden ser sucedáneos de atribuciones de significado y viceversa), neuroendocrinas (las emociones ponen en funcionamiento el eje hipotalámico hipofisiario y cualquiera de las glándulas del sistema endocrino), nerviosas (porque activan la neuroplasticidad, acciones y reacciones, etc.), inmunitarias (puesto que pueden reforzar o disminuir la fortaleza y defensa de nuestro sistema inmune). Más aún, las emociones constituyen un puente, el lazo común del sistema inmunitario, endocrino, nervioso y psicológico, puesto absolutamente estratégico y clave del funcionamiento humano.

Desde un punto de vista biológico evolucionista, las emociones pueden considerarse como estados del organismo generados como respuesta a situaciones relevantes en relación con la supervivencia o la reproducción, como pueden ser el ataque y la defensa, el apareamiento y el cuidado de la prole. Están atentas, por así decirlo, a los estímulos ambientales e influencian con acciones hacia ellos modificándolos. Tienen un papel relevante en las relaciones interpersonales tanto en la emisión como en la lectura de estados emocionales, por ejemplo, a través de la expresión facial, informan y regulan la interacción, ya que proporcionan información a los demás sobre nuestras intenciones y nuestra disponibilidad para actuar, como también nos informan a nosotros sobre la intencionalidad de los otros.

Emociones y empatía

Podemos entender las acciones de los demás porque la observación de actitudes genera en nuestros cerebros una activación de representaciones motoras de las mismas acciones. Es decir, cuando alguien hace algo, en mi cerebro se dibuja esa acción como si fuésemos nosotros quienes la realizamos. Esto no es ni mas ni menos que la empatía. Por lo tanto, el conocimiento de la acción de mi interlocutor se usa para entender la acción observada. Este cambio de enfoque tuvo que ver con el descubrimiento de las llamadas neuronas espejo, descubiertas por Rizzolatti y sus colegas de la Universidad de Parma, en el estudio del sistema motor del cerebro del mono macaco.

Damasio distingue a las emociones en tres categorías. La primera está constituida por las emociones de fondo, que se relacionan con eso que denominamos estado de ánimo en un momento determinado: bueno, malo o intermedio. Las emociones básicas o primarias -descriptas por Darwin- son aquellas que tradicionalmente se ha estado dispuesto a incluir como tales: ira, asco, sorpresa, miedo, tristeza y alegría. No son privativas de la especie humana y son reconocibles en todas las culturas. Y las emociones sociales, que incluyen simpatía, envidia, celos, resentimiento, admiración, gratitud, indignación, culpa, etc. Son un complejo entramado de respuestas reguladoras.

Tampoco se diferencian a la especie humana de otras especies animales, pueden encontrarse en chimpancés, delfines, lobos y en los mamíferos en general, pero también en ciertos grupos de insectos como las abejas y las hormigas. Parece poco probable que a estos animales se les haya enseñado a emocionar, la disposición a exhibir una emoción social estaría profundamente arraigada en el cerebro del organismo, lista para ser desplegada cuando una situación apropiada la gatille.

Como emociono soy

Todos los seres humanos poseemos una forma de emocionar, un estilo personal de expresar las emociones y sentimientos. También son diferentes los contenidos que nos sirven como estímulos para nuestras reacciones emocionales. No sólo es la emoción del otro la que me contagia la emoción, sino que también me proyecto en la emoción del otro, y además emociono por mis propios contenidos que me emocionan y que el otro emociona con mi emoción. Esto es la base de la empatía, esa capacidad de entrar en sintonía con el otro, de la que da cuenta la teoría de las neuronas espejo de la que señalamos antes.

Las emociones poseen un tono determinado y son predominantes en la personalidad de acuerdo a las situaciones. Esta predominancia hace que nos identifiquemos con ellas. En este sentido, las emociones son identitarias, es decir, su persistencia hace que nos sintamos que somos nosotros y hasta nos produce una disonancia cuando nos asaltan emociones que no pertenecen a nuestra categoría emocional. Esta personalización emocional, hace que en nuestro contexto nos rotulen de acuerdo a esta persistencia emocional, más allá que un rótulo también puede elaborarse mediante la manera de pensar o de actuar, es decir, nuestras actuaciones o lo que decimos acerca de algo nos hace acreditar una función en el sistema, nos cuelga un cartel en la frente que dice quienes somos.

Alguien que posee un humor angustioso y negativo, en el momento en que se encuentra alegre llama la atención a su entorno. Alguien que está siempre animado y chistoso, en la oportunidad en que se encuentra normal puede inquietar a los interlocutores de su entorno.

Damasio, tanto en su libro El error de Descartes como En busca de Spinoza, describe cuáles son las funciones de las emociones en el cerebro y el pensamiento humano. Su análisis integra evidencia neurocientífica con una postura filosófica sostenida por el filósofo holandés Spinoza, quien consideraba a los sentimientos y emociones como los aspectos centrales de la condición humana. Damasio considera que nuestro cerebro está construido para la cooperación con otros, en la realización del mandato humano de supervivencia. Esto converge con la definición Darwiniana de emociones y la posición que desarrolla el famoso primatólogo Franz De Waal sobre la relación social de los primates y los estudios de Rizzolatti sobre neuronas espejo.

Las emociones ejercen funciones biológicas fundamentales que son el resultado de la evolución y de factores epigenéticos que dependen del contexto (situaciones, personas, acciones del contexto que modifican la función de los genes). Estas funciones emocionales le han posibilitado y posibilitan al organismo sobrevivir en entornos hostiles y peligrosos, razón por la que se han conservado prácticamente intactas a través de la historia evolutiva. Por tal razón, prestemos atención a nuestras emociones: ellas nos guían, protegen y enseñan a sobrevivir en un medio tan entrópico como la vida en los sistemas.

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