Según el gremio de los transportistas por aplicativo, en el último mes se registraron diez robos en perjuicio de los conductores. Son trabajadores que salen de su casa para ganarse la vida dignamente, pero terminan perjudicados por la delincuencia.
La medida de suspender el servicio en los sectores con mayor inseguridad es comprensible, ya que no solo los bienes de los conductores están en riesgo, sino también su integridad física y su vida.
La determinación anunciada por los transportistas es una más de las autolimitaciones de libertades adoptadas a raíz del flagelo de la inseguridad.
Desde hace tiempo, ante el acecho de los delincuentes, los ciudadanos evitan transitar por determinadas calles y en ciertos horarios. Incluso algunos vecinos dejaron de asentarse en la vereda para compartir con familiares y amigos.
Como causas de la delincuencia y la consecuente inseguridad son apuntados varios factores. La deserción y deficiencia educativa, escasez de empleos, drogadicción, entre otros. Pese a conocerse los condicionantes de la ola delictiva, no se implementa un plan integral para combatir la inseguridad.
Tras la manifestación pública, los transportistas por aplicativo consiguieron una promesa de la Policía de cobertura en sus recorridos por los barrios calificados como zonas rojas. Igual respaldo obtuvieron previamente los motociclistas delivery y transportistas de encomiendas.
La solución acordada con los transportistas es un parche al flagelo y lo más probable es que los asaltantes ahora apunten a otro grupo de potenciales víctimas.
El mes pasado la Policía inició la implementación de un monitoreo por mapa sobre los registros de hechos punibles en Alto Paraná, que pretende convertir en una herramienta para contrarrestar la ola delictiva. No obstante, esta misma estrategia no desalentó las acciones delictivas en Asunción y Central.
La problemática de la inseguridad pareciera que está ausente de los discursos de las próximas autoridades electivas y de las prioridades oficiales. Aquel candidato que no proponga soluciones creíbles al flagelo, no merece el mandato.