Ocho balazos de “autorregalo”

Veinte. Esta es la cifra de periodistas asesinados en tiempos de democracia en nuestro país. El colega Humberto Coronel fue asesinado de ocho balazos el pasado 6 de septiembre en Pedro Juan Caballero. Tenía amenazas, no así protección policial completa; un cuadro sombrío para el periodismo paraguayo ensombrecido aun más por la ridícula e indignante declaración de la encargada de investigar el caso. Para ella, el ahora fallecido no debía estar “regalándose” a los sicarios.

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En cualquier país serio, a estas horas la fiscal Katia Uemura debería, cuanto menos, ser apartada de la investigación porque tiene los conceptos transtocados, hecho común en este sistema que la mayoría de las veces adjudica a la propia víctima la responsabilidad de las calamidades que padece. En su declaración pública Uemura también dijo que Coronel debió tratar “arreglar las cosas” con quienes lo amenazaban.

Los periodistas se dedican a informar no a arreglar cosas con gente que está al margen de la ley. ¿Acaso ella los conoce? y si así fuera por qué está de su lado. Por esos hechos, así como por haber votado en las internas de la ANR siendo fiscal y porque su esposo es abogado de supuestos narcos, por decoro Uemura no debería ni asomar sus narices al expediente abierto.

Es por este tipo de actitudes que en ocasiones los periodistas amenazados no confían en las autoridades quienes son los que deberían protegerlos. Un estudio que se encuentra en curso como tema de tesis de doctorado en el IAEE y que se denomina “Amenazas del Crimen Organizado contra la Libertad de Expresión en Zonas Silenciadas. Caso Amambay” muestra como resultado preliminar que ante amenazas o agresiones por parte del crimen organizado, muestra que el periodismo es poco practicable cuando no hay confianza en las autoridades.

El estudio también evidencia que existe mayor confianza en los gremios periodísticos y en la dirección del medio en el cual trabajan las víctimas antes que en el Estado.

Por otra parte no debemos olvidar al colega Gustavo Báez, en cuya casa se había dejado la amenaza en contra de Coronel y también en su contra, en junio pasado. ¿De qué nos sirven los protocolos de protección y autoprotección si los encargados de cumplirlos están del lado equivocado?

Todos deberíamos tener el derecho de andar libremente, el hacerlo no es “regalarse”, es un derecho que el Estado debería garantizar, cosa que estamos lejos de vivenciar porque algunas autoridades viven en una nube de pedo rosado (o Colorado) en el que los buenos deben someterse a la mafia para no ser asesinados.

mescurra@abc.com.py

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