Abramos la caja de Pandora

Realmente fue una enorme desilusión para muchos paraguayos de dos generaciones que durante años habíamos escuchado decir al barbudo líder opositor que develaría los negociados, trapisondas, ventas de soberanía nacional, crímenes de lesa humanidad, reparto de tierras fiscales, favores entre amigos del poder e infinidad de delitos más cuando –ya caído el Dictador y apenas ubicado en el Palacio de López en forma provisoria hasta llamar a elecciones el General Rodríguez- se llamaba a silencio y dejaba de usar toda esa supuesta batería de informaciones para apuntalar a su partido y buscar la presidencia después de varias décadas, para empezar un cambio que quizás hubiese sido oportuno y sano.

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Sumados a este inexplicable silencio de Domingo Laíno, un par de movimientos estratégicos del partido de gobierno, dejaron fuera del juego político “grande” a quien durante décadas había declarado ante sus seguidores, la ciudadanía, prensa y en general, cualquiera que quisiera escucharle, que muy pronto “destaparía la olla”, dando a entender que cuando tal cosa ocurriera varios títeres quedarían sin cabeza. Tal cosa nunca ocurrió, la oposición de por sí debilitada por la prolongada llanura no supo aprovechar la situación y cumplir su papel de tal y nuestro país perdió la oportunidad de hacer un golpe de timón en su azarosa historia política.

En la mitología griega, tenemos el interesante caso de Pandora, quien fuera la primera mujer y creación de los Dioses, a quien Zeus obsequió una caja de singular belleza, adornada con todo tipo de piedras preciosas e incrustaciones de oro, con la única condición de que nunca la abriera. La hermosa dama, a quien cada inquilino del Olimpo había dotado de una característica particular, también tenía –mujer al fin- la curiosidad a flor de piel. Y he aquí que, sin tener nada mejor que hacer, abrió la caja y de su interior escaparon todos los males del mundo, antes allí encerrados.

Trasladando este mito a nuestras latitudes, tenemos varias instituciones que encierran secretos que, al igual que Pandora, sus titulares pareciera deben velar con celo y no permitir que vean la luz, por las consecuencias que podrían acarrear. Hasta queda la sensación de que la condición de preservar estos secretos viene implícita entre los requisitos para formar parte de estas cofradías. Y la existencia de los mismos, notorios algunos y otros sospechados no sin fundamentos bastante sólidos, son utilizados como moneda de extorsión y ancla para mantenerse atornillados en el cargo, siendo la amenaza de develarlos un argumento más que válido para torcer intenciones de grupos opuestos, que ante riesgos de verse implicados rápidamente cesan en sus eventuales ataques.

Volviendo al caso de la olla nunca destapada por la oposición una vez depuesto el rubio artillero de Boquerón, continuamos sumando secretos en la historia paraguaya, agregando a la vasta lista los tejemanejes de las elecciones presidenciales en las que, de golpe y porrazo, el Dr. Argaña perdió habiendo ganado. Años más tarde, nieblas misteriosas cubrieron el magnicidio del mismo señor, al igual que los acontecimientos que impidieron llegar a la Presidencia al jinete de gran personalidad. Todo comentado y analizado hasta el hartazgo, pero nada finalmente aclarado.

Tampoco quedaron demasiado claras para nadie las circunstancias en que fue depuesto en un juicio político orquestado con torpeza el recientemente malogrado Obispo sampedrano, ni el uso que se le dio a recursos destinados a afrontar la Pandemia, o las adjudicaciones directas para la limpieza del IPS (donde cientos de trabajadores no están cobrando sus haberes… siempre la cuerda se corta por lo más fino). ¿Qué problema verdad? En la Fiscalía General de la República duermen documentos absolutamente comprometedores relacionadas a tantas causas; no se develan las condiciones reales en las que se renegociaron con los interlocutores brasileros las tarifas de la electricidad generada en Itaipú, y un candidatazo a Presidente de la República no es capaz de explicar con claridad qué hubo detrás de la sobrefacturación de una pasarela, hecho aislado dentro de su gestión pero que tanto daño hace a su imagen.

Parecería que a los paraguayos nos gusta nomás luego el misterio, y nos gozamos en crear mitos alrededor de las verdades “verdaderas”, para hacerlas más apropiadas a nuestros intereses. Todos hablamos, todos opinamos, pero es muy difícil escuchar a alguien –principalmente en el campo político- que responda con precisión y en referencia a las preguntas planteadas. “Che heta mba´e aikua´a hína” es una expresión que siempre volvemos a escuchar, y conlleva una actitud propia de personajes ubicadas en puestos o situaciones de poder o autoridad, validándose detrás de ellas. Eso sí, nunca llegarán a decir qué es lo que tanto saben.

Al igual que una herida infectada, que precisa limpiarse para terminar de sanar, solamente la verdad, dura y hermosa, enfrentada con valentía y sometida al rigor de la justicia imparcialmente impartida, permitirá que se corrijan de una vez tantas irregularidades e injusticias que se cometieron y cometen impunemente en nuestro país.

Destapar la olla de nuestra realidad política nacional, sin duda tendrá consecuencias importantes, pero devengarán en una depuración necesaria. Para alentarnos, recordemos que cuando la curiosa Pandora, asustada por la macanada que se había mandado, volvió a cerrar la caja, solo quedó en el fondo de la misma Elpis, el espíritu de la esperanza, lo único bueno que los Dioses habían metido en ella. Hagamos nuestra la expresión que surgió de esta historia “la esperanzo es lo último que se pierde”.

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