Pero, a decir verdad, la condición de “territorio liberado” en que se encuentra una gran zona del departamento de Canindeyú, entre los distritos de Curuguaty, Yby Pytã, Yasy Cañy, entre otros, no es desde ningún punto de vista para estar tranquilos ante la más mínima señal de una probable reedición de aquel luctuoso acontecimiento.
Lo acontecido el miércoles en Marina Cue puede ser una última “señal leve” de lo que puede acontecer de un momento a otro, de nuevo en Canindeyú. No se puede pensar diferente, existen suficientes y persistentes indicios que los autodenominados “campesinos sintierra”, con una radicalizada dirigencia, en su mayoría proveniente de la misma escuela de Marina Cue, se está extendiendo y agravando.
Tan peligroso se va poniendo la situación, que existen aproximadamente 35 invasiones activas en esa zona, algunas de ellas de larga data, que la Policía no osa intervenir por temor a un mal resultado, similar al de aquel fatídico 15 de junio de 2012.
Sin embargo, no se puede hacer la vista gorda eternamente. Si no va la Policía, ellos encuentran motivaciones para matarse entre ellos mismos. Por dos razones esenciales: hay mucho dinero de por medio y porque tienen certeza de la impunidad (como ya lo fue por el caso de 2015).
El territorio en manos de los radicalizados en Canindeyú, que serían de más de 20.000 hectáreas, es de alta productividad, ya sea para la agricultura, la ganadería o la marihuana. Incluso, todavía existen muchos montes para rapiñar.
El Estado paraguayo no puede seguir dando la espalda a esta realidad. Cuanto más se agranda el volcán y se eleva el magma, más grande será la explosión, que, a todas luces, es inminente.