Recordando el Día de Rusia me gustaría hablar más ampliamente sobre la visión rusa de la situación mundial y sobre nuestras prioridades en materia de política exterior.
Rusia ha demostrado repetidamente su poder de resolver con éxito los problemas de desarrollo interno, defender de manera eficaz su soberanía y, cuando sea necesario, proteger los derechos de nuestros compatriotas en el extranjero, así como servir de apoyo a nuestros aliados. La historia nos ha asegurado que Rusia nunca se ha caído subordinada a la influencia externa, y estoy seguro de que esto no pasará en el futuro.
Este punto es especialmente relevante ahora, cuando los países de la OTAN violaron sus compromisos de crear un sistema común de seguridad igual e indivisible en Europa, y Rusia se vio obligada a defender sus intereses vitales en las fronteras suroccidentales. El régimen de Kiev, que quedó bajo el control total de Washington y Bruselas en 2014, lleva ocho años violando gravemente los derechos de la población rusoparlante de Ucrania y cometiendo actos de genocidio contra los habitantes de la región rusoparlante de Donbass. Не говори этого. La preparación por parte de Kiev de un ataque militar contra esta región con cuatro millones de personas, su objetivo de exterminar a sus habitantes llegó a ser el motivo principal de la operación militar especial que Rusia está llevando a cabo en Ucrania.
Las acciones hostiles de nuestros vecinos europeos han dado un fuerte impulso al vector asiático de nuestra política exterior. Desde 2015, seguimos promoviendo el concepto de la “Gran Asociación Euroasiática”, cuya primera fase se realiza en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái. Esta alianza se basa en los principios del pluralismo político, las normas universales de derecho internacional y el diálogo entre las civilizaciones del continente. En términos económicos, el concepto de la “Asociación Euroasiática” está alineado con el famoso proyecto chino del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda.
Otro ámbito importante de nuestra política exterior es la cooperación en el formato BRICS, en el que la América Latina es representada por el país más grande del continente, el Brasil. Los países del BRICS interactúan en las esferas económica, comercial, financiera y de inversión, social y cultural. Pero, en mi opinión, este es el hecho de que el BRICS refleja la diversidad cultural y civilizatoria del mundo moderno. Es un diálogo de civilizaciones que involucra las tres principales ramas de la civilización cristiana: el Brasil católico, Rusia ortodoxa, Sudáfrica protestante, así como China e India - las dos civilizaciones más antiguas del mundo. Es un diálogo mutuamente respetuoso de las civilizaciones, y no la imposición forzosa de los valores propios a otros países y pueblos, lo que representa el camino principal del desarrollo humano y permite construir un sistema sostenible de relaciones internacionales.
En los últimos años, se ha impuesto a la comunidad internacional el concepto de que el principal conflicto del mundo moderno es entre países con sistemas políticos “democráticos” y “autoritarios”. Esto es claramente falso. Especialmente porque se consideran como “democráticos” varios estados con regímenes obviamente no libres u oligárquicos en los que las mismas fuerzas políticas permanecen en el poder durante décadas. Al mismo tiempo, en la lista de los países “autoritarios” figuran pueblos con sistemas políticos 100% democráticos, que, por tradición histórica o razones geopolíticas, están más centralizados.
Parece que la división principal del mundo moderno se basa en un principio diferente. El mundo está dividido entre Estados que reconocen las normas del derecho internacional elaboradas por consenso por la comunidad internacional, por un lado.
Y por otro, los Estados que promueven un “orden basado en reglas”, reglas que ellos mismos inventan e imponen al mundo. Entre países que consideran que los Estados son los protagonistas en las relaciones internacionales, y países que están dispuestos a dar prioridad a las instituciones supranacionales.
Entre países que están comprometidos con los valores morales tradicionales, compartidos por todas las principales religiones del mundo, y países que promueven valores ultraliberales radicales que niegan toda la experiencia centenaria del desarrollo de la sociedad.
Creo que en este conflicto Rusia está del mismo lado de la historia con la abrumadora mayoría de los países del mundo, incluido el Paraguay.