En la cultura japonesa, se conoce el kinsutgi, una técnica para unir pedazos de objetos rotos. Relatan que a un emperador se le hizo añicos un jarrón valioso que además contaba con una importante historia. Lo recogió y envió a unos artesanos para que lo arreglara. El delicado trabajo consistió en barnizarlo con polvos de oro. El resultado fue perfecto y el jarrón quedó como nuevo. Algo similar sucede con las personas y con toda la humanidad que cicatriza heridas, arregla conflictos, sana enfermedades y toma la firme decisión de levantarse e ir para adelante.
El Paraguay, pasó por dos grandes guerras. Pero no desaparecimos del mapa. El Japón sufrió las bombas en Hiroshima y Nagasaki y salió fortalecido. El mundo en estos momentos, atraviesa por momentos difíciles a causa de la reciente pandemia y la guerra. Como si fuera poco, se disparó el precio del petróleo y los productos suben por las nubes. Cuantas personas quedaron sin seres queridos, sin negocios y sin trabajos. Hay que empezar todo de cero. Los psicólogos y los motivadores nos dicen que tenemos todo para crecer a partir del dolor. Sin embargo, no bastan nuestros poderes personales de resiliencia también el contexto socio político-económico debe presentar cambios. De nada me sirve a mí ser tan positiva y hablar cada día de maravillas si el panorama exterior está muy negro y no se dan las oportunidades. Los políticos también tienen que aprender nuevas formas de realizar sus trabajos, no con bellos discursos que ya nos cansan y nadie cree, sino con acciones.
Educar a niños y jóvenes en la resiliencia es muy interesante. También nos toca la enorme tarea de enseñarles cómo van a enfrentar los próximos años que se avecinan. En este país, los políticos están en plena campaña con miras a abril del 2023. Los padres, medios informativos, escuelas y colegios pueden abrir el debate sobre los tiempos que nos esperan. En lo económico, en lo social, en la educación, la salud y la seguridad. Temas como ética y moral deben estar al día como aprender a votar y participar en una sociedad abierta y pluralista.
No podemos seguir anclados en el pasado con caudillos que prometen el oro y el moro, y cuando suben al poder, se olvida de sus promesas. No podemos seguir con la corrupción como pan cotidiano y con la inseguridad en todas partes. Ne podemos aceptar que políticos ancestrales sigan mamando de las tetas del Estado con tanto descaro. No podemos seguir aceptando la vieja forma de hacer política llenando las funciones públicas de amigos y parientes. No podemos permitir que políticos se hagan ricos robando los bienes del pueblo, metiéndose en narcotráfico o empresas fraudulentas.
Hay que exigir a los políticos que hagan las cosas de nuevas maneras. Para ser creíbles y transparentes tienen que venir intachables en su pasado y presente. Tienen que haber hecho muchos sacrificios y méritos. Tienen que honrar sus puestos. Si no hacemos esto como ciudadanos y seguimos votando con la emoción o por los trapos de colores, no nos quejemos cuando las cosas sigan igual o peor. Tenemos que pensar que nuestros hijos y nietos no merecen vivir con esta gente tan ineficiente y corrupta que se erigen como autoridades. Pensemos y actuemos con coherencia.