24. TOLERAR DEJAR DE SER PADRES IDEALES
Es parte del proceso: nuestros hijos en la infancia nos idealizan, nos creen todopoderosos y que tenemos todas las respuestas a sus preguntas. En la adolescencia comienzan a realificarnos y la desidealización cae como una espada de Damocles sobre nuestras espaldas. Es todo un aprendizaje para nosotros, los padres, tolerar el paso necesario de todo adolescente de desmitificarnos.
Algunas desvalorizaciones y descalificaciones son el resultado del proceso, muchas a las que deberemos colocar límites para evitar que nos falten el respeto. Puede ser doloroso para nosotros pero de seguro que también para ellos….
25. NO PORQUE PROBÓ DROGA ES UN DROGADICTO
La mayoría de los padres conocen muy poco y menos en vivo y en directo, drogas como la marihuana y la cocaína, de la misma manera que las pastillas. Si alguna vez nuestro hijo ha probado, es importante que hayamos logrado establecer la suficiente confianza e intimidad como para que nos comente su experiencia. Pero si nos enteramos o lo hemos descubierto, no debemos adoptar una posición enjuiciadora o condenatoria: nuestro hijo no es un drogadicto. Aunque es importante estar sobre el tema, ocuparnos y poderlos asesorar sobre los riesgos.
26. ACEPTAR QUE PODEMOS ESTAR EQUIVOCADOS
El hecho de ser padres y adultos no nos asegura de tener todas las respuestas y menos ser poseedores de la verdad absoluta. Nuestros hijos, a pesar de su escasa experiencia, están haciendo sus primeros palotes en el tránsito de la vida adulta. Debemos escucharlos, no solamente darles directivamente consejos y menos ponernos como ejemplo: todo eso es una solución fracasada e inefectiva.
Aceptar que un hijo es otro diferente a mí y que cuando decimos ¡Estás equivocado!!, estamos diciendo vos no ves el mundo como yo lo veo, es un auténtico reconocimiento frente a nuestros hijos de nuestros errores y limitaciones. Ellos pueden pensar diferente y no por ello nos desafían o nos confrontan. Nuestros hijos van formando nuevas y nuevas ideas, muchas diferentes y mejores que las nuestras.
Entender que las acciones y las opiniones de un hijo, cuando no nos gustan o son contrarias a las nuestras, no necesariamente desafían lo que creemos que es correcto o incorrecto, sino que nos muestran otra categoría de valores, otro mundo de significados que podemos incorporar.
27. SI SU HIJO ESTÁ EXPLOSIVO, INTENTE NO DISCUTIR
Las hormonas, como hemos visto, descontrolan al adolescente, lo hacen saltar de un extremo al otro en sus estados de humor. Si le sumamos a ello la escasa inhibición, encontramos un volcán sin freno. Si nuestra hija se encuentra fastidiosa y gritona, irascible, es un momento en que no vale discutir porque será imposible que nos escuche.
Después de inspirar y expirar en 10 oportunidades, evitando el desborde emocional, deberemos retomar el tema más tarde, cuestión de transformar la que hubiese sido una indiscutible pelea en una tal vez, agradable conversación. Es fundamental la fase de retomar el tema y hacerlos pensar sobre el motivo de la pelea y buscar identificar las causas del problema y sus soluciones ya que es en esta instancia en la que se desarrolla el pensamiento maduro y crítico del adolescente.
Evitar el efecto bola de nieve por las probables escaladas implica no encontrarnos frente a las irritantes respuestas adolescentes, de manera de no alimentar un ciclo de escalada, en el que generalmente los adultos terminan más impulsivos (o explosivos) que los adolescentes.
La autoridad es patrimonio de los padres, pero dada la esperable rebeldía de la adolescencia, es factible que pugnen por confrontar nuestro poder. Es importante impedir el maltrato y la falta de respeto, y cuando nos enfrentamos con un hijo enojado y lleno de ira, el castigo por parte nuestra acompañado de la aplicación de la norma, no da buenos resultados, sino que favorece la escalada simétrica y forma un estado generalizado de violencia o de malhumor. Es bueno poder devolver qué se siente desde el lugar de padre, cuando esto sucede. Los adolescentes son expertos en desafíos: no debemos entrar en ese juego. Al fin y al cabo, debemos educarlos para su autonomía y de esta manera no es el camino.
28. ACUERDO CON EL ADOLESCENTE, ACUERDO ENTRE PADRES
El logro de acuerdos con nuestro hijo adolescente dependerá, en relación directamente proporcional, al acuerdo entre ambos padres. Es muy importante la unificación de criterios y formas de pensar las situaciones. En relación a la puesta de límites, es conveniente no evidenciar fisuras en el sistema parental, a las que el adolescente pueda acceder para transgredir los límites.
No es necesario que las respuestas ligadas a permisos o castigos sean inmediatas (y no es conveniente que se hagan de manera impulsiva). Es conveniente tomarse el tiempo para poder consensuarla con el otro previo a que esta sea comunicada. Si en la pareja de padres no hay acuerdo, no van a poder lograr un acuerdo con el adolescente. Si tiene dudas, la respuesta se postergará hasta que ésta haya sido consensuada.
29. ACOMPAÑARLO A LAS CONSULTAS MÉDICAS
Es menester, acompañar a su hijo en la realización de las consultas médicas. Acompañarlo no sólo es ir con él: las consultas médicas son una buena oportunidad para que el adolescente pueda comenzar a ensayar la coordinación de una cita, el cumplimiento de un compromiso, puntualidad, autonomía, etc., en un encuentro formal con un otro del contexto social.
Es importante que el adolescente pueda disponer de un momento sin la presencia de sus padres o tutores, en donde pueda hablar directamente con sus profesionales tratantes. Acompañe a su hijo al médico. Ni lo lleve, ni le solicite hacerse cargo solo. Es una buena oportunidad para intimar, conversar, enterarnos como le fue con ese chico que le gustaba, si estaba nerviosa cuando la médica ginecóloga la revisó por primera vez, cómo la pasó en baile de la matiné.
30 COHERENCIA ENTRE LO QUE SE DICE Y LO QUE SE HACE
No solamente nosotros como padres decimos con las palabras. Nuestras acciones son, consciente o inconscientemente observadas por nuestros hijos. Somos una gran película en donde ellos se proyectan, aprenden, copian estilos y formas de proceder. Resulta contradictorio si con todo nuestro amor les felicitamos y los instamos a valorizarse, a actuar como príncipes, si ellos observan patitos feos en nuestras propias actitudes. Ser consecuentes entre lo que decimos y lo que hacemos, es una vía de comunicación saludable que evita la confusión y acrecienta el vínculo afectivo.