Un país que puede ser posible aún

Luego de dos años de pandemia volvió la Feria del Libro de Asunción en forma presencial. Había dudas de que pudiera tener éxito entre tantos dramas y problemas económicos que afronta mucha gente. Pero me emocionó ver la cantidad de personas de todas las edades buscando libros y participando en lanzamientos. Y me brotó la creencia de que ahí podría habitar algo parecido a un nuevo Paraguay.

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Familias enteras, gente mayor y muy mayor, jóvenes muy jóvenes y jóvenes ya en la madurez; una conjunción humana que revisaba libros como si los acariciara, que leía solapas y contratapas con atención suprema para saber más sobre cada volumen; adolescentes que se acercaban a escritores y escritoras tras reconocer a cada quien y hablarles de sus obras y pedirles una fotografía que no tenía ninguna intención política ni crematística, sino la simple satisfacción de mostrar después que se estuvo con una persona a quien se admira por su trabajo literario y cultural.

Ese era un mundo como salido de otro mundo, distinto al que nos exhiben las circunstancias y especialmente los actores políticos.

Sé que lo que se vivió en estos días en la Feria no es lo que se vive en la totalidad de nuestro país. Pero es un reflejo en pequeño, un indicador de que hay sectores ciudadanos que se resisten a entregarse ante la corrupción, la ignorancia, la prepotencia y la hegemonía del dinero mafioso. Hay gente que se abroquela en la cultura, que es como decir en el espíritu, en los sentimientos superiores.

Me pareció destacable la presencia de muchísima gente joven, en un país en el cual se tiende a generalizar descalificativos como aquello de que “los jóvenes están en otra y no tienen interés en temas trascendentes”. Yo vi otra cosa.

En la mañana del martes 31 tuve una agradable experiencia en la Feria. Con un frío de 6º nos reunimos con estudiantes de varios colegios para hablar de la dictadura stronista. Tenía yo el prejuicio de que no supieran nada y de que la cuestión no les interesara mucho. Por el contrario, hubo preguntas inteligentes y apremiantes, tales como si podríamos volver a una dictadura como la de Stroessner o qué condiciones deberían darse para que detectáramos la posibilidad inminente de una nueva dictadura.

En los últimos tiempos, y ante tantas iniquidades que sufrimos en nuestro país, nos habíamos sumergido en un pesimismo paralizante que nos llevó a la tentación de pensar que aquí no hay solución. Que el Paraguay, destrozado en su institucionalidad, con autoridades corruptas e incompetentes, con la inmoralidad humillando a la decencia, con personajes sospechados elevados por las manadas aulladoras a la categoría de “mi líder”, se había quedado sin destino.

Pero la Feria me confirió una saludable expectativa. En medio del récord de visitantes y de venta de libros percibí algo parecido a una lucecita. Algo que me hizo pensar que un Paraguay mejor, con nuevos intérpretes, es posible... Aún.

nerifarina@gmail.com

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